A veces se nos olvida agradecer todo cuanto tenemos. Porque verdaderamente alguien ha puesto eso en nuestro camino. No ha sido casualidad, quizás causalidad, ya que tiene un motivo por el que ser. No pensamos, ni reflexionamos que somos suerte porque alguien nos hace serlo. Que siempre tenemos esa persona que da sentido a cada día que emprendemos. Y es por ello por lo que tenemos que dar gracias a cada instante. Porque quizás, mañana, eso que tanto queremos ya no esté a nuestro lado porque decida marcharse, porque emprenda nuevos caminos o porque ya no seamos su prioridad. Personalmente y en estas letras quiero dar gracias. Sí. A ti que me lees, que das sentido a estas letras. A quien me inspira cada semana para seguir escribiendo. A quien entiende todos los secretos que esconden estas frases. Y a quien no, también. A quien me hace vibrar con una sola sonrisa. A quien me mira en silencio desde el otro lado. A quien despierta en mí todos mis sentidos. Gracias. Y ahora, piensa. ¿Cuándo fue la última vez que diste las gracias? ¿Qué sentiste al hacerlo? Creo que una palabra no ha podido expresar más a día de hoy. Algo tan fácil y rápido de decir, pero a veces tan difícil de explicar, quizás tanto nosotros mismos, que a veces no nos entendemos. Y si no somos capaces de hacerlo, ¿quién lo va a hacer por nosotros? Pues aún así, en días que todo pinta gris, que ni siquiera ha salido el sol y no has tenido ni ganas de levantarte, existe esa persona que está a pie de cañón, guiando tus pasos y tendiéndote la mano en cada caída. En cada uno de vosotros, esa persona tendrá un nombre distinto, ocupará un lugar afortunado en vuestro corazón, pero eso sí, no la dejes escapar, porque la suerte de tener a alguien, se puede cuidar y mantener con tan solo siete letras: GRACIAS.
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