Abel Caballero convocó a los alcaldes socialistas a un acto sobre el municipalismo socialista – en el que la figura principal fue Susana Díaz - recordando su papel en la sociedad española desde 1979, cuando las primeras elecciones municipales dieron la mayoría a la izquierda. Se comenzó a construir entonces la figura del político cercano, amable, capaz de comprender los problemas de los vecinos y resolverlos. Eran los tiempos en los que la política estaba de moda y ser alcalde o concejal tenía prestigio entre los ciudadanos.
En el acto de Caballero estaba Susana Díaz, porque según el alcalde de Vigo es ‘lo mejor que tiene el partido’. Ella, y los responsables públicos municipales de grandes y pequeños ayuntamientos, los que sostienen el peso del PSOE en tiempos de deriva e incertidumbre tras la entrada en dique seco de la etapa Sánchez y la espera de una solución al futuro del socialismo en el próximo congreso. Entre los responsables socialistas y la presidenta de la Junta hubo una comunión inmediata que quedó sellada en una estruendosa ovación para recibirla y en un continuo marcaje de su discurso con salvas de aplausos que mantuvieron la tensión emocional hasta el último momento.
Susana Díaz no desveló, aún, sus intenciones, pero dejó claro el modelo de partido por el que apuesta: uno con voluntad de conquistar mayorías, un partido ganador. Ese es el modelo que inspiró al PSOE desde el fin de la dictadura, cuando se desprendió de la sobrecarga ideológica y se abrió a una interpretación política más plural que la propia de la lucha contra la dictadura. El PSOE decidió definir un proyecto autónomo, reivindicándose a sí mismo como alternativa política, social y de gobierno. No quería seguir un modelo que en 1981 se materializó en Francia con la victoria de Miterrand, que dio lugar a una colación imposible de socialistas y comunistas. El PSOE de entonces marcó su rumbo bajo tres premisas: autonomía, mayoría social, voluntad de ganar.
La gestión municipal hizo el resto – y así lo recordó Díaz a los 4500 asistentes al acto – sentando las bases de un éxito que cristalizó en 1982 y que, del mismo modo en las municipales de 2003, abrió las puertas al gobierno de Zapatero.
El PSOE ha vivido un tiempo de desorientación y deriva. Ahora, en vísperas congresuales, se dejan claras las señas de identidad: el modelo mayoritario alumbrado en los 70 por Felipe, el valor de la gestión municipal y el peso del liderazgo que se fundamenta en la naturaleza histórica del PSOE y no en las aventuras fallidas.
Susana Díaz reflejó en el acto de Abel Caballero un perfil alejado del conflicto interno y apareció como una oportunidad para recuperar el rumbo perdido del PSOE. Ahora solo falta saber si el impulso municipal socialista empieza por lanzarla definitivamente a la política nacional y a la dirección federal del PSOE, desde donde hacer realidad las ganas de ganar de las que habló a un público entregado: la esencia del PSOE, los que conviven con los ciudadanos y dan respuesta a sus problemas.
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