En respuesta al artículo que publicaba la pasada semana en este mismo espacio, titulado “El gobierno de los desiderátums”, alguien a quien aprecio, admiro y respeto me sugería a través de WhatsApp –amonestándome– que fundara dentro del PSOE algo así como la corriente Derecha Socialista. Y pienso que lo hacía injustamente.
Sin embargo, lo que más llamó mi atención es que quien me transmitió tal clase de sugerencia (amonestación) fuera precisamente un militante socialista, pedrista de pro, que, por cierto, hizo campaña en su día, casi al lado del PP de Moreno Bonilla, contra el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Pues no parece muy coherente alardear de ser auténticamente progresista y, a la vez, oponerse a la implementación de tal tributo, concebido para posibilitar en nuestra sociedad un mayor grado de justicia social y una más equilibrada distribución de la riqueza. Al recibir su comentario en mi smartphone mediante la mencionada aplicación de chat instantáneo, inevitablemente me vino a la memoria aquella célebre frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero, si no le gustan, tengo otros”.
No creo que vaya a ser necesario que dentro del PSOE se tenga que fundar una corriente ideológica con tal seña de identidad. Dicha corriente ya existe y me atrevo incluso a pronosticar que la nueva dirección federal recurrirá a ella –tiempo al tiempo– en cuanto la ocasión lo exija y la oportunidad se tercie.
Cuando se celebren elecciones generales, se ganen, pero en minoría, y los números no den para constituir un Ejecutivo como el actual, sostenido por el resto de formaciones situadas más a la izquierda, dentro del arco parlamentario, con el apoyo de los nacionalistas, estoy más que convencido que desde Ferraz y desde La Moncloa se le tirarán los tejos a Rivera. (De sobras es sabido que, una vez en el Poder, la prioridad de todo gobernante es tratar de conservarlo). Y, si esto ocurriera –espero que no–, si el PSOE no obtuviera una mayoría suficiente y se viera en la tesitura de tener que sentarse a negociar una agenda con C’s, podría entenderlo, siempre que dicha agenda no implique involución, como entendí en su día, y hasta defendí, que Pedro Sánchez allá por febrero y marzo de 2016, después de las elecciones de 2015, pactara con esta fuerza política.
En el artículo titulado “El gobierno de los desiderátums”, yo no expresaba disconformidad, sino todo lo contrario, con las iniciativas adoptadas por el Gobierno, ni criticaba el proyecto de presupuestos para 2019, porque considero que es acertado y puede contribuir a la mejora de la calidad de vida de los españoles. ¿Cómo voy a criticarlo si lleva la firma de María Jesús Montero, como ministra de Hacienda? La misma María Jesús Montero que de 2013 a 2018 fue consejera de Hacienda y Administración Pública, con excelentes resultados, en el Ejecutivo andaluz presidido por Susana Díaz. Así que no comprendo del todo la reacción de indignación o de enfado expresada por algunos –los menos, todo sea dicho– tras la lectura del texto.
¡Solo faltaba que en este partido, tan extraordinariamente renovado desde el último congreso, ya no se pudiera opinar y discrepar!
¡Salud, compañeros!
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