Sucede, en ocasiones, que el reconocimiento se demora en el tiempo y en el espacio, sin que se puedan explicar a ciencia cierta las razones de tal tardanza. En el ámbito de las artes y las letras existen casos notabilísimos-tantas veces ya citados-, que obedecen a un sinfín de complejas y plurales casualidades -¿causalidades?-.
En este marco, situaría la figura de Ausiàs March. Y lo hago, tras la lectura de sus “Dictats”, un atractivo volumen que da a la luz Cátedra, en su colección Letras Hispánicas.
La edición de Robert Archer supone un sobresaliente acontecimiento, pues fija un corpus imprescindible a la hora de valorar la obra del autor valenciano.
Si hasta hace un tiempo se daba como cierto el año 1397 como fecha de nacimiento, se ha confirmado que no fue hasta el mes de agosto de 1400 cuando viniera al mundo Ausiàs March Su padre, Pere March, contaba ya sesenta y cuatro años, y el cúmulo de desgracias y muertes que rodeaban por aquel entonces su linaje, le hizo “suplicar a Dios” un heredero varón y vigoroso, capaz de perpetuar tan noble apellido. “Natura me engendró de un vientre triste”, escribiría Ausiàs March muchos años después. ¿Cuánto condicionó al poeta la impuesta responsabilidad de mantener la vigencia de su estirpe? ¿Cuántas de sus desordenadas y laberínticas andanzas respondieron a su presumible enojo contra lo preestablecido?
Criado entre el ambiente urbano de Gandía y el rural de Beniarjó, su infancia fue forjada “con orgullo de señor y honra defuturo caballero”. Cercano a cumplir los veinte, embarcará-servidor y amigo fiel- con su Rey Alfonso el Magnánimo, a la conquista de Córcega y Cerdeña. A su vuelta, es recibido con honores y obtieneimportantes privilegios que harán crecer su fama y su fortuna.
En tierras italianas concluyó su corta carrera militar y, desde entonces, dedicaría su vida al arte de la cetrería, de los libros, de los negocios… Eso sí, con un bagaje cultural, una solvente hacienda y una educación de corte que lo harán el soltero y amador más codiciado de aquellos parajes.
Se casó dos veces y a ambas musas vio morir- igual que les sucediese a Dante y a Petrarca-; tuvo amantes de toda índole y cinco hijos naturales.
Los más de diez mil versos que conocemos de Ausiàs March están distribuidos en ciento veintinueve Dictats, “composiciones escritas en catalán en su forma valenciana”. En ellos, predomina el decasílabo provenzal, o el endecasílabo castellano, a la par que se recogen los episodios y afanes dolientes, amatorios, gozosos o desdichados…de su historia vital.
Esta edición bilingüe que me ocupa -y que sobrepasa las 1100 páginas- permite disfrutar del verso original así como delas precisas versiones al castellano y en prosa de MarionCoderch y José María Micó.
Con una veta conceptista, redunda March en la búsqueda del alma bondadosa como mejor virtud del hombre. Su impronta renovadora y su espíritu cultivado rubricarán su hechura de caballero del Renacimiento.
Llamado “el Petrarca español”, precursor de Boscán, Garcilaso y Herrera, el lector tiene ante sí, seis siglos después, una excelente oportunidad para revivir los cantos de este excelente poeta nuestro: “Me maravilla que el aire no se transforme, y que el fuego no caiga por su grave peso, y que no se mueva la tierra que gravosa yace, afianzando su lugar en la más alta esfera. Mayor vaticinio no puede mostrar el mundo, y es de justicia que el hombre se maraville”.