Para ser más que nunca

Publicado: 14/11/2016
El poeta gijonés Pelayo Fuego retorna al universo lírico tras la que fuese su última entrega, “El cielo de las cosas”
El diccionario de la RAE ofrece diversas acepciones para el vocablo “títere”: 1.”Muñeco que se mueve por medio de hilos u otro procedimiento”; 2. “Persona que se deja manejar”; 3. “Persona que actúa ligeramente o sin fundamento”.Al tomarcualquiera de estos significados y añadirle un potencial estado de duermevela,-“sueño ligero en el que se halla el que está dormitando”-, la instantánea resultantesurgirá como una metáfora original, sorpresiva.

Y desde esa premisa parte, precisamente, el nuevo poemario de Pelayo Fueyo (1967), “Títeres de duermevela” (Editorial Difácil. Valladolid), un volumen con el que el poeta gijonés retorna al universo lírico tras la que fuese su última entrega, “El cielo de las cosas” (2011).

En aquel libro, Fueyo ofrecía al lector un sugeridor viaje por el ámbito de las ensoñación (“Cuando llegue la noche te besaré los párpados/ y te contaré el sueño donde te invento yo”) y los esenciales enigmas que rodean el acontecer del ser humano.
Ahora, estos “títeres de duermevela”, dialogan frente a un emotivo mapa de erizantes símbolos, de solidarias confidencias, de claroscuros sortilegios: “Sólo existo para formar un verso,/ acto que me reafirma en el presente,/ y que impone a la vida varios cauces”.

Desde la orilla de su temática, el libro se compone de tres apartados bien diferenciados. El inicial, titulado “Figuras del amor”,traza el anhelo que procura la búsquedadel sublime fervor amante; a través del secreto realismo que anida en el yo lírico, su interior se revela como un cálido cáliz que derrama verdad: “Quiero beber el agua de la fuente/ donde los dos hicimos la promesa/ de saciar nuestro amor adolescente (…) Quiero ser fiel a todos tus deseos”.

     En “Perspectivas de la infancia”, el vate asturiano retorna al reino de la niñez. Al hilo de los textos de esta sección, he recordado un breve y bello poema, “Ex Libris”, que Pelayo Fueyo incluyera en su cuaderno “El Mirador” (1992): “De aquella infancia, ese trébol de cuatro hojas roto/ en un libro que nunca he querido leer”. Y ese trébol del ayer se torna en estos versos en un nostálgico botín que contiene aviones de papel, castillos primitivos, coches de plástico…: “Mi infancia no fue un juego filosófico./ En mi infancia las olas repetían/ su chispazo de luz que el horizonte/ prometía tras su profundidad”.

“Otras paradojas” sirve como coda y, en ella, Fueyo se sirve de una mirada profunda, más reflexiva, que roza el ámbito de lo metafísico y que ahonda en el tema de la muerte y del temor con la que el hombre enfrenta su desigual batalla: “Empezar a no ser para ser más que nunca/ sujeto en la memoria de los que sólo viven/ para llenar tu ausencia donde eras frecuente,/ imagen que responde a todos los silencios”.

En suma, el volumenviene signado por la sobriedad y rigor expresivos con los que el poeta maneja los espacios y los tiempos liricos y por la palabra firme y sabia con la que revela su seductor y turbador cántico: “¿Quién pondrá en orden todos los objetos/ que yo coleccioné, cuando esté muerto?”

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