Con “La habitación cerrada” (Hiperión. Madrid, 2016), Juan José Castro Martín ha obtenido al XIX premio internacional de poesía “Antonio Machado en Baeza”.
Este granadino del 77 suma su cuarta entrega poética y en su decir se adivina ya una voz cuajada y de sobria hondura. En el poema que le sirve de pórtico, “Puerta cerrada”, escribe: “Alguien duerme/ tras la puerta cerrada,/ intruso consumido por el frío/ que disimula no escuchar el modo/ crüel como respira su esqueleto”. Eseotro en el que se desdobla el sujeto lírico y observa en derredor cuanto ofrece su universo, se torna también protagonista en sucesivos instantes en los que confiesa: “Yo no soy mío”; y en los que se pregunta: “¿Quién, quién eres/ ahora, nombre solo, voz que late/ debajo de su sangre amada oculto./ ¿Quién eres si conmigo vas diciendo/ los golpes de la vida?”.
Dividido en tres apartados, “Entre la luz enferma”, “Los lirios amarillos”, “Las heridas o los nombres”, y una coda, “Puerta abierta”, el volumen abarca la inmensidad de un tiempo real y vívido, de un espacio donde la tierra es semilla y fruto, de una luz que se sabe palabra y mudanza, de un corazón que late frente a la mirada intacta del destino y del ayer: “Nunca olvida/ la infancia sus fronteras/ y aún es tu cuerpo río que incesante-/ mente repite su rumor”.
Libro, en suma, que cifra en su sólida arquitectura la autenticidad de su atinado pulso y que revela la validez de una propuesta lúcida y sugeridora.
Jesús Montiel (1984) obtuvo el pasado mes de diciembre el XXXI premio “Hiperión” de poesía. “Memoria del pájaro” es el quinto título del vate granadino y entre sus versos el lector podrá descubrir una pulsión que roza con íntima expresividad la cotidiana andadura de su protagonista.
Al hilo del uso de elementos y protagonistas que lindan con lo pretérito, surge un dialogo personal y realista con el palpable presente: “Hubo un tiempo remoto donde el hombre comía al mediodía/ sentado en el salón junto a los suyos (…) Ahora es el silencio/ quien ocupa las sillas diariamente (…) Es rara la ocasión en la que todos coinciden./ Cada uno hace su vida después del microondas”.
Vertebrado como un canto unitario, los treinta y dos textos que abrigan el conjunto, destacan por un sabio y ágil manejo de las claves rítmicas y por el uso de un tono ora hondo, ora coloquial, que Jesús Montiel sabe manejar con buen criterio. Hay algunos poemas, “Mínima victoria”, “Hogar”, “Raigambre”, “Puente”, de muy bella factura y que invitan a la relectura. En el último citado, puede leerse: “La piedra más humilde es la del puente:/ alfombra voladora/ que la mano del hombre ha detenido”.
La temática amatoria que envuelve gran parte del poemario se alza sobre el devenir de estas páginas que respiran autenticidad y delatan una poesía pulcra y motivadora: “En tu abrazo no importan los relojes./ Amándonos logramos detener/ -eternos un instante-/ la rápida mecánica del tiempo./ Se queda ininterrumpido el calendario/ dudando si doblar nuestra caricia”.
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