Decir de Carme Solé Vendrell es decir de una figura cimera en el ámbito de la literatura infantil y juvenil (LIJ). Nacida en Barcelona en 1944, dio a la luz su primer libro en 1968, cuando contaba veinticuatro años. Formada en la Escuela Massana de su ciudad natal, su técnica ilustradora -su arte, singular y personalísimo en este género- la ha llevado a ilustrar más de 700 títulos, ya en el campo de la creación, como en el de los libros de texto.
En 1982, la aparición de “La Luna de Juan”, en la colección “Libros para soñar”, marcó un hito en su trayectoria. Obtuvo el Premio de Ilustración de la Generalitat de Catalunya (1983) y el Catalonia de Ilustración del año siguiente. Cuando la Fundación Germán Sánchez Ruipérez reunió a los especialistas del tema para elegir los 100 mejores libros de LIJ del siglo XX, “La Luna de Juan” tuvo su sitio en esa importante selección.
Pues bien, más de treinta años después de su publicación, “La Luna de Juan” es reeditada ahora por Kalandraka, con la colaboración del Ministerio de Educación y Cultura. Los textos de Carme Solé y, sobre todo, sus dibujos, toman vida de nuevo de la mano de esta editorial, siempre esmerada en sus proyectos.
“La luna es algo nuestro, tanto que creemos poder disponer de ella a voluntad”, afirmó Stefan Rocket. Tal le ha sucedido en este caso a Carme Solé, que no sólo la hace amiga de Juan, ese niño silencioso y propicio, sino que cuenta cómo se deja coger por él, y le acompaña en su aventura submarina. Porque Juan es hijo de un pescador, que acostumbra a faenar cuando el sol se pone, y que en una noche de tempestad, pierde su salud y enferma. La salud del buen hombre, con el que Juan vive feliz, va a parar al fondo del mar, y cae en los tentáculos de un monstruoso pulpo, que se complace en jugar con ella. Juan y su blanca amiga astral, descienden hasta una cueva abisal, y consiguen rescatar del octópodo la salud perdida.“Juan tiende los brazos hacia su padre. Los colores le vuelven a las mejillas como dos rojas flores. La Luna, desde el cielo, sonríe”.
Federico Solán escribió: “Cuando la Luna sonríe, algo bueno va a pasar en la Tierra”. No cabe duda de que, en este caso, su aserto se cumple.
Los aspectos que afloran al par de estas páginas candentes -las relaciones familiares, el afán de superación, la simbología de la luna…-, son poderosos atractivos que convierten este volumen en una lectura más que recomendable, y que, a su vez, comportan una sugerente manera de acercar a los más pequeños asuntos muy importantes del diario acontecer.
Uno repasa la bibliografía de Carme Solé y encuentra numerosos datos relevantes, que conviene traer a la memoria, tantas veces olvidadiza. Por ejemplo, su lista de premios notables, el Nacional de Ilustración en 1979, el Nacional de Cultura/ Cómic, en 2012, y el Nacional de Ilustración por el conjunto de su obra, en 2013. En el extranjero, puede destacarse el JanuszKorczak, de 1979.
Desde 1992, compagina la ilustración y la pintura, como corresponde a su capacidad y a su poderosa imaginación, impropias de limitarse a un solo género.