El pasado mes de marzo, Diego Álvarez Miguel, obtuvo el XXX premio “Hiperión” de Poesía por su libro “Hidratante Olivia”. Tres décadas, pues, cumple este veterano galardón, que ha visto desfilar en su ya larga trayectoria, nombres tan relevantes de la lírica española como los de Luisa Castro, Almudena Guzmán, Jorge Riechmann, Jesús Aguado, Alejandro Céspedes, Ada Salas, Carlos Pardo, Fermín Herrero, Laura Campmany, Andrés Neuman, Luis Bagué, Francisco J. Martínez Moran…,etc.
Diego Álvarez Miguel, ovetense del 90, ingeniero de telecomunicaciones, ganó, en 2012, el premio de poesía joven “Gloria Fuertes” con “Un día, tres otoños” y en 2014, el de la Universidad de Oviedo por “Lugares últimos”
Esta “Hidratante Olivia” supone, pues, su tercera entrega, y afianza una voz joven, que aúna ironía, naturalidad, desenfado y riesgo.
Con un hilo conductor donde sobresalen los motivos amatorios y los referentes clásicos (Cecilio, Ausonio, Catulo, Terencio, Plauto…), el conjunto ofrece un viaje exterior que deviene en interior, en el que el yo lírico memora lo vivido y extrae de sus esenciales experiencias un mapa íntimo que sirva para afrontar lo futuro.
La habilidad con la que Diego Álvarez conjuga lo cotidiano con lo trascendente, lo simbólico con lo real, ayuda a que su discurso se afiance como una sólida alianza lírica. La frescura verbal,la musicalidad métrica y la variedad estrófica, son también luminosos contrapuntos en los que se apoyan buena parte de estos versos vibrantes y sensoriales: “Voy caminando en soledad por la orilla/ de este nuevo océano y pensando/ en lo inmenso que sería nuestro imperio/ si al igual que los demás nos diésemos/ la mano junto al agua y golpeáramos/ con nuestro amor las verdes olas/ que debieran existir tras las barandas”.
Dividido en tres apartados, “Hidratante Olivia”, “…hazme siempre caso…” y “…excepto alguna vez”, el volumen avanza mediante instantáneas que abren puertas y ventanas a diversos escenarios (Santorini, Madrid, Valparaíso, California…) y que entretejen vivencias pretéritas, lugares imborrables, protagonistas cómplices.., que modelan y modulan un cántico solidario, valiente y distinto. Hay, a su vez, una intención semiocultapor aprehender la verdad del sujeto poéticoy dibujar un itinerario que concluya en un mejor conocimiento de su propia conciencia: “No sé, a decir verdad, cuánto sentido habrá/ en coger el silencio y transformarlo en palabras (…) Ya lo dijeron, equivocados, muchos otros antes:/ la única forma de entender el silencio es con más silencio”.
En el discurrir del libro, cabe también, un abanico de sensaciones, recuerdos, sentimientos… que se resuelven en sarcásticos pasajes, en burlonas nostalgias, en mordaces secuencias: “Ya sé que está muy bien lo de ser pobre/ para hacer literatura, pero yo quiero ser rico/ y firmar largos viajes con la excusa de estudiar francés en Cannes, salir/ de España buscando costas muy azules/ donde haya rubias diosas esculpidas/ que den para poemas menos nobles”.
Al cabo, un poemario de estética novedosa, atrevido en su fondo, desnudo en su intención y que apuesta con valentía por una lírica de tornasolada y sugestiva claridad: “El amor, como el fuego, con más fuego/ se alimenta. Y de ahí viene la llama/ que enciendo imaginándome en esta cama/ tomada por tu cuerpo y el de Diego”.