Notas de un lector

Barracuda en el Hontoria

En lo único en lo que todos han coincidido en el arranque de esta campaña -incierta y desconcertante como los bailes de cifras de una encuesta a otra- es en subrayar las políticas sociales que pretenden poner en práctica si llegan al gobierno

Creo haber citado la secuencia en otra ocasión, pero no la encuentro más oportuna que en este momento. Cuando el sheriff Brody comienza a colocar carteles por las playas de Amity para prohibir el baño por la posible presencia de un tiburón, el alcalde corre a recriminarle por los perjuicios que su medida puede ocasionar entre una población que vive todo el año de los ingresos del turismo en el verano. Obviamente, sabemos que el alcalde no tiene razón y que lo que en realidad está defendiendo son sus votos, pero la frase con la que sustenta su petición es bastante gráfica: “Grite barracuda en mitad de la playa, y la gente le dirá bueno, ¿y qué?. Pero grite tiburón y sembrará el pánico entre los bañistas”.

A la alcaldesa le ha ocurrido esta semana algo parecido. Utilizó la palabra equivocada en una rueda de prensa y, no es que haya provocado el pánico, pero sí una repercusión muy diferente a la que hubiera esperado, hasta el punto de que varios días -y memes después- no se habla de otra cosa que de la “playa” en el González Hontoria.

Hasta los de Cuatro, que ya el año pasado se inventaron que Jerez tiene su orilla en Valdelagrana, han venido esta semana a entrevistar a García-Pelayo para que explicara en qué consistía eso de crear una playa en pleno centro de la ciudad. Y, claro está, ni playa, ni olas, ni arena, ni carrito de helados, sino la versión customizada para la temporada de verano de lo que fue la ciudad de hielo en invierno. Y si entonces no utilizó la expresión “parque nevado” para presentar el proyecto, ahora tampoco debió utilizar la de “playa” para referirse al nuevo parque de ocio.

Por la misma regla de tres, si entonces a nadie le pareció llamativo o escandaloso que en el Parque González Hontoria se instalara una pista de hielo, un descenso de trineos, varias atracciones de feria y servicio de barra, tampoco debería hacerlo ahora que se instalen algunas atracciones de agua, arena de playa y tres chiringuitos para tomar el fresco por la noche, que es, en realidad, lo que se va a montar en el recinto -cambien la pista de hielo por una de voley playa y el ratón vacilón por el descenso de canoas y podrán hacerse una idea-.

La alcaldesa, en cualquier caso, se ha tomado con mucho sentido del humor la repercusión de lo que ella calificó -e insistió- como una “anécdota” dentro del programa electoral, aunque no creo que tanto con el hecho de que todo lo que anunció ese mismo día -sus propuestas de creación de empleo, los proyectos más relevantes de cara a los próximos cuatro años- pasaran a un segundo plano, arrastradas por la marea de esa “playa” que compite con el gol de Messi al Bayern por adjudicarse el “tema de conversación de la semana”.

Hasta el PSOE ha elevado el tema a “proyecto estrella” del PP para las municipales y, de paso, considerarlo un “insulto” a los parados de la ciudad, aunque, en realidad, todo lo que viene anunciando Pelayo desde este jueves le parece un “insulto” a los parados, que viene a ser su forma de reivindicar un protagonismo vencido pero necesario para marcar distancias con los demás, en busca de un cara a cara con el eterno adversario que es lo más parecido a las campañas del pasado, pero no a ésta, en la que ni siquiera comparece ya Pedro Pacheco.

En realidad, en lo único en lo que todos han coincidido en el arranque de esta campaña -incierta y desconcertante como los bailes de cifras de una encuesta a otra- es en subrayar las políticas sociales que pretenden poner en práctica si llegan al gobierno. Y no es que les vaya la vida en ello, pero sí la necesidad de captar un voto que va a ser determinante dentro de dos semanas.

Tenemos la referencia de lo que ha ocurrido en Andalucía hace un par de meses, pero también de lo que ha pasado en Reino Unido hace unos días, donde ha ganado Cameron y han perdido los sondeos de opinión: es cierto que nos llevan bastantes años de delantera en cultura democrática -allí no existe la jornada de reflexión ni tampoco le temen a un referéndum secesionista-, aunque lo triste es que aquí se limitarán a copiarles lo de poner ladrillos a un día de las elecciones o dar de amamantar a un corderito; nada sobre el sentido común, nada más lejos de la realidad.

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