De risas y sueños

Publicado: 23/02/2015
Sigue Hiperión su serie de libros infantiles de poesía en su colección Ajonjolí: ven ahora la luz los números 76 y 77, “Ay, qué risa, María Luisa”, de Carmen Gil, y “Sueños para Ada”, de Jesús Aguado, respectivamente.
Sigue Hiperión su serie de libros infantiles de poesía en su colección Ajonjolí: ven ahora la luz los números 76 y 77, “Ay, qué risa, María Luisa”, de Carmen Gil, y “Sueños para Ada”, de Jesús Aguado, respectivamente.

     Carmen Gil es veterana en estos menesteres. Con más de cien libros para niños, publicados por las más importantes editoriales, con premios en España y en el extranjero, y con una amplia labor didáctica y divulgativa en el ámbito de su especialidad, cualquier nuevo título suyo es acogido con interés por los pequeños lectores y por sus enseñantes.

     La autora estructura formalmente su libro, con un esquema que, salvo escasa excepciones, se repite: poemas compuestos por ocho estrofas de cuatro versos consonantes, octosílabos o hexasílabos, cada uno de cuyos temas va precedido de unarisueña y breve introducción que alude a los protagonistas. Así, si se trata, v.g., de “El hada desastrosa”. (“Desde hace ya siglo y medio,/ hace magia el hada Rita,/ pero perdió la varita/ y eso ya no tiene remedio”…), el pequeño prólogo es el siguiente: “Si se te apareciera un hada madrina para concederte un deseo, ¿qué le pedirías? – La varita”; o en el caso de “La pulga Carlota” (“La pulga Carlota/ salta, brinca y bota./ Se divierte mucho/ a lomos de un chucho…”), leemos “¿Qué le dijo una pulga a otra pulga? -¿Vamos a pie o esperamos al perro?"
Dieciocho poemas, y otros tantos guiños burlescos, que buscan -y encontrarán- la risa de los niños, la misma que “llena de luz estos versos”, y que confirman la voz de una autora de sabios recursos y hábil versificación.

     Jesús Aguado, andaluz del 61, premio “Hiperión” de 1990 y autor de una serie de poemarios de indudable atractivo, recoge en este “Sueños para Ada” (tal es el nombre de su hija de 9 años), poemas de corte y porte muy diversos, los cuales agrupa en cuatro apartados, irregulares en cuanto a su número. Por ejemplo, el tercero, incluye sólo el texto “Te agatas”: “Te agatas, te aperrunas,/ te arbustas, te arboleas,/ te empajaras, te apezas,/ te embuzonas, te acasas (…) te acristalas, te harinas,/ te leo, te soñeo”.

Si bien no todos los poemas son de este corte, sí hay que decir que Aguado entiende la poesía infantil de una manera personal, sobre todo en lo relativo a la rima, tan presente siempre en este género: de las veintidós piezas aquí reunidas, sólo ocho la conservan. Mas por ello, resultan más originales, más sorpresivas en una sucesión de situaciones en las que Ada, con frecuencia, reaparece y protagoniza. Por ejemplo, un muñeco de nieve le canta “lunas rojas y peces de colores”; o se queda dormida “en la agujas/ de mi reloj”.Pero también, como en “Las hadas no quieren trabajar”, sucede que “Las hadas están dormidas/ en el hueco de aquel árbol/ a cuyos pies Ada pone/ sigilosa y sonriente/ una cesta bien repleta”.
A buen seguro, que sonrientes y satisfechos, cerrarán los pequeños este volumen tras su lectura.

     Las ilustraciones de estos dos libros han corrido a cargo del madrileño Jorge Rodríguez Rivero, el primero, y del catalán ValentíGubianes, el segundo. Dos estilos tan diferentes como certeros en sus propósitos.

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