El primer poemario de Patrizia De Rachewiltz, “Mi Taishan”, publicado originalmente en 2007, ve ahora la luz en España, en la ourensanaLinteo Ediciones. Nacida en 1950, en Merano -región de los Dolomitas italianos-,De Rachewiltz, es heredera de una larga tradición poética. Su padre, un príncipe ruso-italiano, fue un famoso antropólogo y su madre, Mary, una poetisa norteamericana, memorialista y traductora, e hija de la famosa violinista Olga Rudge y de EzraPound.
La pequeña Patrizia se crió en el Tirol y cursó estudios en Merano. Tras vivir en Roma, Venecia y Viena, en 1972, y después de la muerte de Pound, acompañó a su madre a EE.UU. Un año después, se casó en Holanda, país en el que reside actualmente. Además de su labor lirica, ha dedicado su vida a la enseñanza de idiomas y a la traducción de poesía -su variada formación le permite dominar el inglés, italiano, francés y holandés-.
Las certeras y cuidadas versiones del inglés al castellano de estos poemas de Patricia De Rachewiltz, han corrido a cargo de Antonio Colinas y Viorica Patea. Esta última, en su jugoso prefacio, da cuenta de las influencias (Verlaine, Pavese, Ajmátova, Lorca, Dickinson, Cummings,…), de las virtudes y de las características más sobresalientes de la autora: “La poesía de Patricia de Rachewiltz se inscribe tanto en la encrucijada de la estética imagista de principios de siglo como en la corriente confesional de postguerra -Robert Lowell y Silvia Plath-, pasando por el filtro de los poetas de la “Imagen Profunda” -Robert Bly y James Wright-. Mi Taishan es un libro de memorias, de meditaciones y ensueños (…) Es una poesía confesional, autobiográfica, a la vez que meditativa.”
Son estos, sin duda, los mimbres que sostienen el discurso lírico de DeRachewiltz, y los que hacen de su decir una suerte de búsqueda de un idílico escenario vital donde la armonía y la cordura se alcen por encima de la inquebrantable finitud del ser humano. Los 38 poemas que integran el volumen, tienen, a su vez, la sobriedad y el rigor de quien domeña con sabiduría los excesos de emotividad del verso y convertir su cántico en una poesía exigente y de alta temperatura: “Tu sonrisa blanca, los ojos almendrados por el final del invierno,/ besados/ por los labios suaves del hombre de la luna (…) Si hubiera alguien en la tenue luz/ alguien que pudiera/ romper la magia de la sombra,/ te llevaría conmigo a la luz más remota”.
Los aromas familiares impregnan estas páginas de sentidas remembranzas, algunas de ellas resueltas en bellísimos poemas como el titulado, “A mi madre” ó “Verano de 1958”, en el que Patricia De Rachewiltz relata el regreso a Italia de EzraPound, tras trece años confinado en un hospital para criminales con trastornos mentales. Del anhelado retorno del abuelo, escribe: “Ocho años tenía cuando vino a mi encuentro./ Un gigante con grandes alas./ Mis trenzas apretadas como cuerdas/ parecían conducir un barco hacia un puerto seguro (…) Cuando oscurecía, él nos reunía/ como a monjes después de una comida feliz/ nos encantaba con su voz”.
Con el verbo y el dulce son que atesoran estos versos, también quedará encantado el deslumbrado lector.
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