Desde que en 1841, Edgard Allan Poe publicara “Los crímenes de la calle Morgue”, creando al que aún hoy se sigue considerando el primer detective de ficción, C. Auguste Dupin, el género policíaco ha sobrevivido con éxito hasta nuestros días. Autores como Arthur Conan Doyle, Ellery Queen, Georges Simenon o Agatha Christie, pasando por la maestría de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James Hadley Chase -sin olvidar en nuestro país a Vázquez Montalbán y su detective Carvalho o más recientemente a Lorenzo Silva y sus guardias civiles Bevilacqua y Chamorro-, han colaborado para que la fascinación por esta literatura se mantenga intacta.
A este amplio listado, bien puede sumarse, Edmund Crispin, creador de la saga de misterio protagonizada por uno de los personajes más memorables de la novela inglesa del XX, el profesor de Oxford y, a ratos investigador aficionado, Gervase Fen, que con indudable buen criterio ha rescatado la editorial Impedimenta. Tras el éxito de otra de sus hilarantes novelas, “La juguetería errante” (Impedimenta, 2011), se publica ahora en el mismo sello “El canto del cisne”. Se trata de una inteligente y espléndida comedia de misterio que vuelve a ofrecernos todos los ingredientes de ese género magistralmente iniciado por Poe, el crimen a puerta cerrada, y que pondrá a prueba a este perspicaz y excéntrico docente, afincado en el ficticio St. Christopher´s College.
“Pocas criaturas hay en el mundo tan estúpidas como un cantante”, afirma Crispin en el arranque del libro. Y así parece corroborarlo el odioso Edwin Shorthouse, tenor de una compañía de ópera que recala en Oxford para estrenar “Los maestros cantores de Nuremberg”, de Wagner. Como en las novelas de Agatha Christie, todos los protagonistas parecen tener una buena razón para acabar con el malhadado Shorthouse, que aparecerá ahorcado y apuñalado en su propio camerino cerrado por dentro. Tan complejo escenario, pondrá en juego la pericia de Fen para poder llegar a resolver un caso tan espinoso y difícil. A partir de una sabia mezcla de ingredientes detectivescos, aderezado con “ese toque a los hermanos Marx” en palabras de algún crítico, Crispin construye una novela refrescante y llena de hallazgos. Así, la riqueza de situaciones, la construcción de los personajes, la inquietante psicología que se halla detrás de sus emociones y decisiones…, nos ofrecen un texto colmado de intrigas, de diálogos con doble sentido y un humor tan irónico como corrosivo, pues fiel a su estilo, el autor continuará poniendo su innegable veta al servicio de una visión amablemente crítica de ciertos aspectos de la sociedad.
Edmund Crispin, cuyo verdadero nombre era Bruce Montgomery, nació en Chesham Bois, Buckinghamshire, en 1921. Se licenció en Lenguas Modernas en el Saint John's College de la Universidad de Oxford, donde fue organista y maestro de coro durante dos años. Gran admirador de Shakespeare, de las óperas de Wagner y Strauss, y “de vaguear y mirar a los gatos”, según él mismo confesaba, publicó nueve novelas y dos colecciones de cuentos con un mismo protagonista, Gervase Fen, que le hicieron ocupar un lugar de honor entre los más importantes escritores ingleses del citado género.