La voz de Dinu Flamand (Susenii, Bârgâului, Transilvania, 1947) es hoy una de las más representativas de la poesía rumana.
El grueso de su obra, corre paralelo a sus inquietudes e incertidumbres vitales, marcadas principalmente por su forzado exilio a causa de la dictadura del régimen de Ceausescu. Desde que, en 1989, Dinu Flamand obtuvo asilo político en Francia, su poesía y su mensaje de denuncia comenzaron tener eco en muy diversos países. Gracias a diferentes congresos, encuentros y programas culturales, el vate rumano pudo viajar por Estados Unidos, Italia, Brasil, Bélgica, España…, y dar a conocer sus textos líricos y sus deseos de restaurar la palabra democrática en su país. Tras la muerte del dictador, Flamand regresó a Rumanía, donde obtuvo el pasado año el Premio Nacional de Poesía “Mihai Eminescu”.
Ahora, la editorial ourensana Linteo, da a la luz “En la cuerda de tender”, una atractiva compilación que reúne algunos de sus escritos más significativos. Desde que en 1971 inaugurase su trayectoria poética con “Apeiron”, Dinu Flamand ha construido una obra sólida y coherente, que suma casi una decena de poemarios.
En esta antología, se ha seleccionado un buen número de textos procedentes de uno de sus libros más relevantes, “Tags” (2003), que fue premiado por la Unión de Escritores de Rumanía.
Cabe resaltar, que la tarea traductora del autor rumano es y ha sido incesante, vertiendo a su lengua a escritores tan diversos como Samuel Beckett, Carlos Drummond de Andrade, Helberto Helder, César Vallejo, Pablo Neruda, Umberto Saba, Mario Luzi, Fernando Pessoa…La proximidad a un universo literario tan amplio, unido a su propia y personalísima singladura vital, convierten su quehacer poético en un atlas de sentimientos encontrados, en una singular geografía del alma humana.
Catalina Iliescu Gheorgiu nos ofrece en esta versión bilingüe, unas precisas traducciones al castellano, a la par que, en su ilustrativo prefacio, advierte al lector de que los “poemas de Dinu Flamand acaban sin acabar, en un titubeo que en vez de dar pie al presagiado concluir, da alas a un nuevo desgarro”.
La temática que sobrevuela estas páginas está impregnada de desasosiego, de desesperanza, de sombras que reflejan un universo donde el dolor se alza por encima de la imposible dicha: “Nada de lo vivido nos daba derecho/ a vivir/ la vida apelmazada nos moraba cautiva (…) Sólo las viejas bombas impulsaban/ por el circuito de nuestra biografía/ el aire, el alimento, y la sangre”. Realidad, al cabo, dura y estremecedora, pero que desenmascara, a su vez, algunos de los recónditos y oscuros misterios del corazón humano.
“Ver en la muerte el sueño (…) tal es la poesía”, escribió Jorge Luis Borges, muchos años atrás. Y Dinu Flamand, sabe que el reverso de ese espejo, es la libertad, la que él descubrió y descubre en cada nuevo amanecer “como la lluvia en la memoria de la nube/ la lluvia que enjuaga el tiempo”.
Un tiempo que ahora corre a su favor y que busca en el umbral del presente, un futuro cómplice y venturoso, porque “la luz nos habita a todos”.