Notas de un lector

Diversión sin televisión

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Desde que en 1997, Ara Antón obtuviese el premio de narrativa “Camilo José Cela” con su primera novela, “El velo”, su obra ha ido creciendo plena de empeño y rigor literarios.


Tras más de una década ejerciendo la docencia, esta autora leonesa, decidió abandonar dicha actividad para dedicarse por entero a la investigación histórica y a las letras.

Títulos como “La única puerta”, “Leyendas de amor y muerte”, “Espaldas con alas”, “Las fuentes de la salud” (Premio de Novela “Ciudad de Majadahonda”, 2003) y “Astures, último bastión contra Roma”, han ido configurando un corpus novelístico donde los paisajes, la historia, las gentes… de su tierra natal, han ido cobrando relevante protagonismo.

Ahora, con “Un pueblo sin tele ni tele” (Editorial Agustiniana. Madrid, 2010), Ara Antón se sumerge en el ámbito de la narrativa infantil y juvenil, con un relato en el cual conjuga con suma habilidad la aventura, el misterio y una firme escala de valores humanos.

Tan atractivos ingredientes, resultan de las peripecias de dos hermanos, Carlos y Diego, que se ven obligados a pasar el verano en un pequeño pueblo y en la casa –sin tele- del cascarrabias de su abuelo. Durante su estancia, su tío Toñín –un intrépido aventurero, a pesar de padecer síndrome de Down-, y Matías, el criado del abuelo, se convertirán en una pareja de cálidos aliados que les ayudarán a vivir un estío tan maravilloso como inesperado.

Porque al margen de las tareas rurales que deben realizar -cuidado de la huerta, limpieza del establo, alimentación de los animales, salidas con el rebaño…- y de las cuales reniegan entre resignados y solidarios, a ambos los “mantienen despiertos” las inquietantes historias que les relata Toñín: una cueva secreta llena de tesoros y el cercano castillo donde suceden cosas inimaginables.
Desde el inicio de las vacaciones, el escepticismo de Carlos -el hermano mayor- contrasta con el optimismo del pequeño Diego, cómplice y fiel compañero en cada una de los propósitos y propuestas del valiente Toñín. Lo que parecía una estancia monótona y nostálgica por la ausencia de los padres -que deben abandonar España camino de Cuba por asuntos laborales- se convierte en un emocionante y divertido episodio, que termina en una casi apoteósica hazaña. Y tras ella “aun quedaban muchos lugares misteriosos que explorar y experiencias maravillosas que vivir”.

Esta primera incursión de Ara Antón en el género infantil y juvenil está llena de aciertos, al haber sabido combinar con tanta destreza los tiempos narrativos y haber dotado a la trama de un suspense que se mantiene hasta sus últimas páginas. Además, no terminan ahí sus virtudes, pues cabe resaltar el esmero puesto por la autora leonesa en el lenguaje, el cual sabe moldear para que los lectores jóvenes -y no tan jóvenes- puedan sentirse fácilmente integrados e identificados con la narración.
No cabe duda de que existe, a su vez, una tácita moraleja que pretende insistir en conceptos tan fundamentales como la generosidad, la integración, la igualdad, el amor…, como fuentes necesarias e imprescindibles para el mejor funcionamiento de la sociedad.

Novela, al cabo, muy recomendable por su alta temperatura humana y literaria.

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