Notas de un lector

Reinventar el mundo

Alfredo Rodríguez ha ido vertebrando una obra en busca de la palabra exacta, del verbo que purifique la estética de la experiencia vital

Publicado: 30/01/2024 ·
16:02
· Actualizado: 30/01/2024 · 16:02
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Desde la aparición de su primer poemario, “Salvar la vida con Álvarez” (2005), Alfredo Rodríguez ha ido vertebrando una obra en busca de la palabra exacta, del verbo que purifique la estética de la experiencia vital. He tenido ocasión de seguir muy de cerca sus líricos y pausados pasos y, de ser cómplice, de la manera en que comparte la claridad de su verso con un comedido y sugeridor culturalismo.

En una entrevista concedida en 2008, el poeta pamplonés (1969), afirmaba: “Todos los versos que nos han legado, que nos han dejado escritos los grandes maestros del pasado: leerlos y releerlos, alimentarse de ellos hasta que se conviertan en carne de tu carne, en sangre de tu sangre”. Ahora, al hilo de su noveno libro, “Dragón custodiando el misterio” (Chaman Ediciones. Albacete, 2024), Alfredo Rodríguez anota en la dedicatoria que sirve de pórtico: “A mis viejos maestros, sin ellos nada de esto habría tenido lugar”.

Estos poemas, pues, siguen siendo homenaje de quien aún se siente agradecido discípulo de tantas enseñanzas. Escritos entre 2017 y 2018, cierran una trilogía iniciada “Alquimia del Ser” (2014) y “Hierofanías” (2017).

En su epílogo, En el bosque interior de un poeta, Sonia Betancort acerca sabiamente las claves principales de este conjunto: “Con numerosas referencias, sobre todo, a las culturas orientales y, en menor medida, a la tradición grecorromana, `Dragón custodiando el misterio´ logra recrear la atmósfera de los `antiguos rituales´ y construir su catálogo de la biblioteca de los dragones”. Y, añade: “…el misterio nos recuerda una condición común: aprendices de nuestra semejanza universal, la singularidad creativa es más bien una herencia”.

Con estas premisas, el lector podrá cobijarse en un ámbito de lealtad, en un espacio plural donde lo íntimo es materia compartida y trascendente: “Tu alma es como un pozo perforado/ tu corazón es agua de león serpiente y sepia/ Es ciencia y mística óleo sagrado/ Energía lumínica/ Por la curación mágica que brota/ Encuentro secreto en la casa madre”.

Antiguos tesoros, palabras perdidas, éxtasis de los espíritus, viejos ritos y mitos, peregrinajes del alma, profundas sombras, disipados azares, sólitas fronteras, silencios fugitivos, acordanzas de la luz…, se citan en estas páginas miríficas y tentadoras, las cuales se tornan vívido anhelo: “En esta tenaz búsqueda/ Este afán de saber/ Que mantiene en juego la suerte echada/ Hay una energía divina oculta/ Un sueño que pretende/ Conferir larga vida ya mediante artes mágicas”.

Dividido en tres apartados, “Del alma en trance”, Las estancias de la memoria” y “Vida pura en vida”, el poemario se ampara en la unívoca constancia del amor, el cual se alza y se hilvana a la triple identidad de quien relata sin máscaras el mensaje ulterior de la conciencia. Y de quien ha sabido articular un cántico puro, de universal alquimia, entre la verdad de lo onírico y la realidad de lo palpable: “”Amor, voy a desaprender contigo/ Todo lo que he aprendido/ Por reinventar el mundo/ Recuperaré para ti mi mirada virgen”.

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