Tras más de sesenta años al pie de las letras, la obra de Antonio Murciano sigue creciendo y derramando autenticidad. Recuerdo ahora las palabras que le dedicase tiempo atrás el académico y premio Cervantes José García Nieto, cuando afirmaba que el dilatado quehacer del poeta arcense “responde a un concepto unitario de la lírica andaluza, por calar muy dentro de ella, a través de la rica y noble variedad de sus asuntos”.
Sus lectores, hemos podido disfrutar a lo largo de su diversa y sugerente trayectoria de una poesía que sabe acercarse con humana sinceridad a múltiples temas y protagonistas. Así, lo existencial, lo amatorio, lo místico, lo taurino, lo flamenco… han ido poblando sus libros con instantes de grave reflexión y serenidad, junto a otros de raigambre más popular y más lúdica.
Pero la temática navideña ha sido -y será- referente fundamental en la singladura vital y literaria de Antonio Murciano. Además de haber nacido en diciembre -y muy próximo a la Nochevieja-, el vate andaluz ha mostrado siempre su predilección por esta gozosa festividad, de honda tradición hispánica y a la que tantos poetas han dedicado muy bellas composiciones, -desde Lope de Vega y Góngora, hasta Gerardo Diego, Rafael Alberti y Luis Rosales-.
Recientemente, la Fundación Universitaria San Antonio de Murcia, daba a la luz “Navidad. Poesía Completa (1950-2009)”, donde se recoge el abundoso caudal creativo que Antonio Murciano ha pergeñado con relación a este ámbito.
Su primer poemario, editado en 1952, llevaba por título “Navidad”, y junto a “Nuevo cuaderno de Navidad” (1963) y “Nochebuena en Arcos” (1972) conforman el núcleo principal de este enriquecedor volumen. Se reúne aquí, a su vez, un buen número de textos que andaban dispersos o compilados de manera parcial, y que sirven para poner orden a una edición definitiva e indispensable.
María del Carmen García Tejera da cuenta, en su aclaratorio estudio previo, de la claves primordiales del cántico navideño del poeta arcense, y afirma: “Antonio Murciano aúna el pasado y su presente, la realidad histórica y el ensueño evocador, su propia intimidad y la mirada hacia el otro, la nostalgia y la esperanza, la vertiente culta y la popular (…) Así pues, ayer, hoy y mañana, conviven armoniosamente en sus propias vivencias, en sus sentimientos y se hacen patentes en estos poemas”.
Y sabia armonía y dominio estrófico y rítmico no faltan a lo largo y ancho de estas jubilosas páginas, donde caben villancicos, retablos, décimas, sonetos, canciones…, tamizado todo ello por un aroma de ternura y pasión cristiana, de hondo aire andaluz, de poesía, al cabo, bien hecha y bien dicha: “Noche plena. Gloria pena./ Se hace sol la luna llena./ Cada casa un nacimiento./ Una pandereta suena./ Todo es gruta nazarena./ Dios nace en mi pensamiento”:
Los múltiples paisajes y personajes -la Virgen, san José, el Niño, los Ángelés, los Reyes, pero también Herodes, y el posadero…- que asoman por estas composiciones, recrean, al mismo tiempo lo esperanzado y lo doliente de una conmemoración tan señalada.
“Antonio Murciano siente y nos hace sentir sensorial y sentimentalmente”, anota en su epílogo José Antonio Hernández Guerrero. Y en cada relectura de sus versos, podemos seguir gozando de su lírico misterio, de su melodiosa verdad.