En vísperas del año que acaba de iniciarse, muchas son las revistas o los suplementos literarios que se apresuran a ofrecer una lista con los diez, veinte o ¡cien! libros más destacados del panorama literario. Libros de culto que no hay que perderse, casi universales, que hacen esbozar una sonrisa al lector disciplinado al comprobar que ni uno solo de ellos ha caído en sus manos, sin dejar por ello de haber disfrutado del eterno placer de la lectura con auténticas obras maestras que nadie parece recordar.
En este sentido, la editorial madrileña Impedimenta nos proporciona una gran satisfacción literaria, al dar a la luz una exquisita edición de relatos de Charles Dickens cuyo eje temático es el terror. Se trata de “Para leer al anochecer. Historias de fantasmas”, una verdadera joya de la narrativa breve, cuya selección y traducción ha corrido a cargo de Marian Womack y Enrique Gil Delgado, y en la que se nos ofrecen trece de las más famosas y estremecedoras historias escritas por Dickens sobre aparecidos, crímenes macabros y espeluznantes sucesos sobrenaturales.
Charles Dickens nació en Porsmouth en 1812, aunque pasó la mayor parte de su infancia en Londres y Kent. Si bien es cierto que su niñez estuvo marcada por dos hechos fundamentales, el encarcelamiento que sufrió su padre por el impago de deudas, y las reticencias de su madre para que el pequeño Charles estudiara, no lo es menos que conoció la gloria literaria desde que empezó a publicar. Tras una formación prácticamente autodidacta, en 1836 editaría una recopilación de artículos costumbristas con el seudónimo de Boz bajo el título de “Esbozos”. En esta línea, continuaría publicando hasta que su obra “Los papeles póstumos del Club Pickwick”, lo convertirían en un autor aclamado por crítica y público. Tras la aparición de los seriales que dedicó a relatar su desgraciada infancia, “Oliver Twist”, “Nicholas Nickleby”, “David Copperfield” o “La pequeña Dorritt”, Dickens se convertiría en un fenómeno de masas aclamado mundialmente.
Su marcado interés por los fenómenos misteriosos, así como su natural inclinación hacia el drama y lo macabro, hicieron de él además un extraordinario escritor de cuentos fantásticos y de terror: así lo demuestra en relatos como "El fantasma en la habitación de la desposada", "Cuatro historias de fantasmas", "El juicio por asesinato", "El Capitán Asesino y el pacto con el Diablo", o "La casa encantada", en los que podemos encontrar villanos que mueren ahorcados, espíritus que anuncian grandes catástrofes, mujeres que encargan retratos desde el más allá, marinos desaparecidos que hacen visitas inesperadas a los vivos, y en los que incluso cabe el humor, como en “El letrado y el fantasma”, en el que un hombre convence al espectro que lo importuna de la necesidad de viajar por otros lugares, y no sólo por aquellos en los que fue desgraciado durante su vida. Trece historias en las que, en palabras de los traductores, “incluso se nos presenta el lado más oscuro de la Navidad dickensiana, casi el contracuento de Navidad”.
Un libro excelente, en definitiva, para saludar el nuevo año con uno de los autores que elevaron el nivel de la escritura de manera inimaginable y cuyos aciertos y vigencia permanecen intactos siglo y medio después.