El principal acusado, Mahroof Ahmed Mirza, ha sido condenado a diez años y seis meses de cárcel en calidad de dirigente del grupo, aunque la pena más alta ha correspondido a Qadeer Malik, a quien se han impuesto 8 años y medio por un delito de integración y seis años más por tenencia de explosivos.
Para el resto, el tribunal ha decretado penas de ocho años y medio de cárcel como integrantes de un grupo terrorista.
Sin embargo, el tribunal no ha condenado a los acusados de conspiración para atentar, a pesar de la solicitud del fiscal en este sentido, y les ha absuelto del delito de tenencia de explosivos.
Según la sentencia, Malik, quien durante el juicio negó haber preparado el acto terrorista porque “un animal no caga donde come”, tiró una bolsa de basura, tal y como declaró un testigo agente del CNI en la vista, cuyo contenido venía a “corroborar que se está preparando la confección de artefactos explosivos”.
La bolsa, que el acusado arrojó el 17 de enero de 2008, contenía dos paquetes vacíos de pilas, otra caja vacía de 9 pares de guantes de látex, unos alicates, un bote de plástico, 8 conectores de toma de alimentación de ordenador, un reloj, un temporizador, una tarjeta de teléfono y los cables, entre otros.
El tribunal relaciona estos restos con la pequeña cantidad de explosivo –18 gramos de nitrocelulosa– hallados posteriormente en la mezquita en la que se reunía el grupo, motivo por el que Malik es el único de los acusados a quien se condena por tenencia de explosivos.
La sentencia considera probado que, entre finales de 2007 y principios de 2008, los acusados, residentes en Barcelona, “se fueron radicalizando en su ideología” y, tras ponerse en contacto con el líder talibán Baitullah Mehsud, decidieron llevar a cabo una acción violenta “que pudiese provocar un elevado número de víctimas” en la ciudad.
Para ello acostumbraban a reunirse en la mezquita Tariq Bin Ziyad de Barcelona donde, dos días antes de las detenciones, el 16 de enero de 2008, se presentó el testigo protegido identificado en el sumario como F-1, que supuestamente pertenecía a la célula hasta que supo que debía inmolarse en el atentado y decidió delatar al grupo a la Policía.
La sala afirma que dos de los procesados –Malik y Shaib Iqbal– llegaron a conseguir cierto número de bengalas de uso pirotécnico y a extraer la nitrocelulosa que contenían, y que adquirieron temporizadores y balines de plomo que sirvieran como metralla.
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