La Fiesta Nacional, por lo demás, parece la oportunidad que muchos tienen para hacer su particular encuesta de valoración de la clase política. “Éste es uno de los pocos días del año que puedo gritarles lo que pienso de ellos”, resume un asistente, que ha preferido no identificarse.
La encuesta consiste en elevar el volumen de los abucheos y de los silbidos, o de los aplausos, en cuanto aparece alguna autoridad.
José Luis Rodríguez Zapatero, aventajó ayer a Mariano Rajoy en la intensidad de los abucheos e improperios, pero no porque concitase más pitos, sino porque al líder del PP le recibieron con total indiferencia, acaso un murmullo.
En esa misma encuesta, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega fue objeto de altisonantes críticas, algunas muy contundentes sobre el vestuario elegido: un traje fucsia.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, también se sometió al test de opinión de la ciudadanía, y aquí terminó el repertorio de valoraciones de los ministros.
Sólo el Rey, ya sin barba, concitó aplausos y exclamaciones de admiración. El resto del tiempo los ciudadanos lo dedicaron a analizar la actualidad.
Dos hombres aguardaban el comienzo del desfile entre comentarios muy gráficos: “Tío, te lo digo yo, los políticos son todos unos triperos –según la RAE, tripero significa “persona que vende tripas o mondongo–”. “Si es que da igual PSOE o PP: ellos se lo guisan y ellos se lo comen”, replica el acompañante. “Se ha convertido esto en un pan y circo”, resume otro.
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