La batalla para nombrar un sustituto para el juez del Tribunal Supremo de EE.UU. Antonin Scalia, fallecido este domingo a los 79 años en Texas, comenzó ya en el Congreso de Estados Unidos, donde los republicanos amenazaron con vetar cualquier propuesta del presidente Barack Obama.
Designado para el Tribunal Supremo en 1986 por el entonces presidente, Ronald Reagan, el juez Antonin Scalia fue hallado muerto, aparentemente por causas naturales, este domingo por la mañana en su residencia privada del oeste de Texas, según el Cuerpo de Alguaciles de Estados Unidos.
Horas después de la muerte de Scalia y con la bandera estadounidense izada a media asta en el Tribunal Supremo, los legisladores abrieron la batalla para nombrar al sucesor del magistrado, que debe ser nominado por el presidente del país, pero necesita obtener la confirmación del Senado.
El líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell, amenazó con vetar a cualquier sustituto que proponga Obama al considerar que el próximo presidente debe elegir al nuevo juez, y por tanto, el asiento de Scalia debe permanecer vacío hasta que Obama deje la Casa Blanca, dentro de 11 meses.
"Los estadounidenses deben tener una voz en la selección del nuevo juez", determinó McConnell en un comunicado.
Frente a él, el líder de la minoría demócrata en el Senador, Harry Reid, consideró que Obama debe de enviar al Senado un candidato de forma "inmediata" y recordó que la Cámara Alta "tiene la responsabilidad de llenar las vacantes tan pronto como sea posible".
"No tendría precedentes en la Historia reciente que el Tribunal Supremo de Estados Unidos estuviera un año con plazas vacantes. Sería un vergonzoso abandono de nuestra responsabilidad constitucional", afirmó Reid en un comunicado.
Durante sus dos mandatos, Obama ha nombrado a dos juezas de perfil progresista: Elena Kagan, judía y designada por el mandatario en 2010, y Sonia Sotomayor, católica, divorciada y la primera latina del alto tribunal.
El Tribunal Supremo de EE.UU. debe estar formado por nueve jueces, con cargos vitalicios, y hasta ahora se mantenía un equilibrio entre el número de conservadores y progresistas, por lo que un nuevo nombramiento de Obama podría inclinar la batalla a favor de los progresistas, según algunos analistas.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos es una parte esencial de la separación de poderes del sistema político, y a lo largo de la historia ha tomado decisiones cruciales, como la legalización del matrimonio homosexual en todo el país y el fin de la segregación racial en las escuelas.
El nombramiento de un nuevo juez, con el poder de moldear las leyes de Estados Unidos, llega en un momento crucial para el país, inmerso en un competitivo proceso de primarias para nombrar al aspirante demócrata y republicano que competirá por la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de noviembre de este año.
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