La organización humanitaria Amnistía Internacional (AI) denunció hoy, en el Día Internacional del Pueblo Gitano, las condiciones de vida de las más de cien familias de etnia romaní que fueron desalojadas hace más de tres años del asentamiento de Belvil, en Belgrado (Serbia).
En su informe "Los romaníes siguen esperando por un hogar digno", AI alerta que la "combinación tóxica de incompetencia burocrática, apatía y discriminación" tanto en Belgrado como en la Comisión Europea (CE) ha dado como resultado "el fracaso del multimillonario proyecto de la CE para reubicarlos".
En abril de 2012, la Comisión Europea destinó 3,6 millones de euros para proporcionar una vivienda adecuada a más de cien familias de etnia gitana que habían sido desalojadas en abril de 2009 del campamento de Belvil.
"El proyecto de la CE, que quería demostrar cómo se pueden llevar a cabo realojamientos siguiendo los estándares mínimos de derechos humanos, ha fracasado por una serie de errores de la ciudad de Belgrado", señaló el subdirector para Europa y Asia Central de Amnistía, Gauri van Gulik.
"Se destinaron millones de dólares para realojar a las familias y ahora, tres años después, la inmensa mayoría de los desalojados todavía están esperando por un lugar al que llamar casa", sostuvo Van Gulik.
Desde que se lanzara el proyecto de la CE, que tenía previsto concluirse en febrero de este año, las autoridades de la capital serbia han propuesto una serie de lugares para construir viviendas para las familias afectadas.
Sin embargo, el grupo de trabajo de la CE en Belvil ha rechazado la mayoría de las propuestas y solo dos fueron aprobadas; una de ellas en Jabueki Rit, un pueblo situado a más de 20 kilómetros de Belgrado.
AI denuncia que Jabueki Rit "no solo carece de servicios y de oportunidades laborales, sino que la segregación puede implicar una separación espacial de las razas".
"Ser forzado a abandonar tu hogar es ya de por sí una experiencia traumática. Pero que te realojen en contenedores y en otros lugares inadecuados durante años tiene un impacto devastador en una minoría muy perseguida", señaló Van Gulik.
"Lo que debería haber sido un modelo de cómo debe acometerse un realojo ha sido un trágico fracaso del que la ciudad de Belgrado y la Comisión Europea pueden y deben hacerse cargo ahora", subrayó.
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