El primer ministro australiano, Tony Abbott, dijo hoy que sus compatriotas "están cansados de que la ONU les de sermones" sobre su política contra la inmigración ilegal, tras conocerse un nuevo informe del organismo sobre la tortura.
El conservador Abbott opinó, en una intervención en el Parlamento, que Naciones Unidas debería dar más crédito al Gobierno de Camberra porque con su política ha detenido el flujo incesante de barcos con inmigrantes y puesto fin a las muertes en alta mar, según la cadena local ABC.
"Lo más humano, más decente, más compasivo que se puede hacer es detener esos barcos porque cientos, creemos que alrededor de 1.200, de hecho, se han ahogado durante el florecimiento del contrabando de personas (buscadores de asilo) bajo el anterior Gobierno", destacó el gobernante.
El último informe del relator especial de la ONU contra la tortura, el argentino Juan Méndez, señala que algunos aspectos de la política australiana sobre inmigración ilegal contraviene la convención internacional contra la tortura, de acuerdo a la citada fuente.
El documento, que será presentado hoy ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, también considera que Australia ha fracasado en proveer las condiciones adecuadas a los solicitantes de asilo en los centros de detención y exige que se acabe con la reclusión de menores.
Asimismo, pide que se ponga fin a la escalada de violencia en el centro de detención que financia Australia en la isla Manus, en Papúa Nueva Guinea.
El director del Centro Legal de Derechos Humanos, Daniel Webb, afirmó que el Gobierno de Camberra viola la convención contra la tortura que firmó hace algunos años, según la ABC.
Este informe se suma a otros recientes que critican la política de inmigración de Australia, como el informe anual de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos y el estudio "Los niños olvidados", elaborado por la Comisión de Derechos Humanos de Australia, que dirige Gillian Triggs y que reclama la puesta en libertad de los niños solicitantes de asilo y denuncia los graves problemas psicológicos y los abusos que sufren los menores en detención.
El Gobierno australiano comenzó a principios de siglo una política consistente en detener en alta mar a inmigrantes indocumentados y enviarlos a centros en terceros países, para que tramiten desde allí sus peticiones de asilo.
Muchos de los inmigrantes que viajan hasta Australia huyen de conflictos, como los de Afganistán, Darfur, Pakistán, Somalia y Siria, y otros que escapan de la discriminación o de la condición de apátridas, como la minoría rohingya en Birmania (Myanmar) y la bidun en Kuwait.