De Alepo a Deraa y de Deir al Zur a Tartús, Siria se enfrenta a unas elecciones presidenciales que no van a ser iguales en todas partes, ya que el conflicto ha creado circunstancias distintas en cada ciudad, e incluso entre barrios de un mismo municipio.
Y es que el próximo martes no todos los colegios electorales abrirán sus puertas porque solo habrá votación en las zonas bajo control del régimen de Bachar al Asad; un hecho que ha suscitado las críticas de los opositores, que ponen en cuestión la legitimidad de los resultados de unos comicios en tiempos de guerra.
Según datos del Ministerio del Interior, el 3 de junio los más de 15 millones de electores llamados a votar podrán hacerlo en 9.601 centros repartidos por la geografía siria, donde se colocarán 11.776 urnas.
En declaraciones a Efe por teléfono, una fuente del Gobierno de Damasco resta importancia al hecho de que no se pueda votar en todas las áreas, porque "el 70 % del territorio sirio está en manos de las autoridades".
De hecho, la fuente destaca que habrá elecciones en todas las provincias menos en Al Raqa, en la mitad septentrional, ya que "está tomada por Al Qaeda", en referencia al grupo radical Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL).
En ciudades partidas en dos como Alepo, dividas en distritos dominados por el régimen y la oposición, el Gobierno defiende que los ciudadanos en zonas rebeldes podrán cruzar libremente a los barrios progubernamentales y votar mostrando su carné de identidad.
Sin embargo, esta posibilidad se antoja un tanto complicada debido a los combates y los bombardeos de la aviación militar, que se han intensificado en la última semana.
Un panorama bien distinto es en la capital, Damasco, donde apenas se han registrado enfrentamientos en su interior en estos tres años de conflicto y las medidas de seguridad son extremas, "aunque siempre han sido así", apunta la fuente.
Los colegios damascenos, como los del resto de lugares, estarán vigilados por policías, aunque el Ejército velará por la seguridad en las calles.
Lejos de Damasco, en un rincón del norte de Siria, un sitio que no verá una sola urna electoral es el pueblo de Jan Shijun, en manos de los rebeldes, que esta semana se hicieron con el control de todos los puestos del régimen, que mantenía cercada la población desde hace casi dos años.
El director del Centro de Información insurgente de esta localidad, Ozman al Jani, explica a Efe por internet que Jan Shijun es casi un municipio fantasma de la provincia de Idleb, fronteriza con Turquía, porque la mayoría de sus 80.000 vecinos se han desplazado fuera por la violencia.
"La gente no puede permitirse ahora pensar en unas elecciones porque lo más importante para ellos es conseguir provisiones para sobrevivir", lamenta Al Jani.
Además, "¿cómo van a aceptar la idea de ir a votar en medio de los bombardeos?", reflexiona este portavoz del Consejo Local rebelde de Jan Shijun, para quien los comicios son "inválidos" porque están organizados por una sola parte.
Un ambiente muy diferente se vive en la costa siria, donde Al Asad espera cosechar un gran número de votos en sus feudos tradicionales, Tartús y Latakia, donde se concentra la minoría alauí, secta a la que pertenece el mandatario.
En Latakia, los preparativos para la jornada electoral "están por encima de cualquier descripción", dice a Efe por internet Rana, una joven activista opositora residente en la capital provincial homónima.
Desde el inicio de la campaña, Rana relata que las celebraciones han sido continuas en la ciudad, donde se han montado carpas electorales y se hacen hogueras por la noche.
"Se ven banderas por todas partes, se difunde música patriótica en todos los barrios y no paran los disparos al aire en señal de alegría", indica la activista.
En su opinión, en estos actos electorales participan, sobre todo, miembros del Ejército, las Fuerzas Armadas y de los comités populares progubernamentales.
Dado que este es uno de los principales bastiones del régimen, las autoridades pueden permitirse hacer una exhibición de fuerza y la campaña ha sido más intensa que en otras partes.
Con o sin actos electorales, enfrentamientos o bombardeos, Siria se aboca el día 3 a unos comicios, en los que previsiblemente el presidente Al Asad, en el poder desde 2000, será reelegido para un nuevo mandato de siete años.