El Papa Benedicto XVI ha remarcado durante el último Ángelus de su Pontificado que el Señor le ha llamado "a subir por monte" para dedicarse "aún más a la oración y a la meditación" pero ha añadido que esto "no significa abandonar a la Iglesia".
Benedicto XVI ha indicado que Dios le ha pedido eso para "poder continuar sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor" con la cual lo ha hecho hasta ahora, pero de una manera más apropiada" a su edad y a sus fuerzas.
Asimismo, el Pontífice ha señalado desde la ventana de su estudio a unos 200.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro que "la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios, para después descender para llevar el amor y la fuerza" de tal modo que se pueda servir a los hermanos y hermanos "con el mismo amor de Dios".
Por otro lado, Benedicto XVI ha destacado que la narración evangélica de la transfiguración de Jesús ofrece una enseñanza muy grande, sobre todo la importancia de la "primacía de la oración, sin la cual todo el esfuerzo del apostolado y de la caridad se reduce en activismo".
En esta línea, el Papa ha apuntado que en la Cuaresma se aprende a dar "el tiempo justo a la oración, personal y comunitaria, que da respiro a la vida espiritual" además, ha señalado que "la oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones", como en el Tabor habría querido hacer Pedro, sino que "la oración reconduce al camino, a la acción".
Durante su discurso a los peregrinos de lengua española Benedicto XVI ha agradecido "tantos testimonios de cercanía y oraciones" que ha recibido en estos días, y ha resaltado que Jesús dice en el Evangelio de hoy que "subió al monte a orar, y entonces se transfiguró, se llenó de luz y de gloria" ahí ha agregado Jesús se manifestó "así quién era él verdaderamente" y "su íntima relación con Dios Padre".
En este sentido, el Pontífice ha destacado que "en el camino cuaresmal, la Transfiguración es una muestra esperanzadora del destino final al que lleva el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo" y también es "un signo de la luz que inunda y transforma cuando se reza con corazón sincero".
Al finalizar, Benedicto XVI ha invocado la intercesión de la Virgen María para que "ayude a todos a seguir siempre el Señor Jesús, en la oración en la caridad activa".