La investigación interna sobre el ataque al consulado estadounidense de Benghazi recrimina al Gobierno la escasa seguridad de la oficina consular en la ciudad libia, según han informado este martes fuentes del Departamento de Estado y del Congreso al diario 'The New York Times'.
En concreto, el grupo de investigadores critica a la Casa Blanca por confiar a las milicias de Benghazi la seguridad de la oficina consular, en lugar de desplegar personal de seguridad experimentado, como es habitual en otros consulados y sedes diplomáticas ubicados en lugares peligrosos.
Además, recriminan a las autoridades estadounidenses que hicieran caso omiso a los llamamientos de la Embajada en Trípoli, que en numerosas ocasiones solicitó un plan de seguridad específico para los locales estadounidenses en Libia.
A este respecto, critican que el Gobierno esperara a tener información sobre amenazas o ataques inminentes, en lugar de adaptar el protocolo de seguridad al deterioro de la situación en Benghazi, donde en los últimos meses ha habido un repunte de la violencia que incluye asesinatos selectivos.
El grupo de investigadores dirige sus reproches al Departamento de Estado, específicamente a dos de sus oficinas, la de Seguridad Diplomática y Asuntos de Oriente Próximo, por no elaborar un plan de seguridad adecuado a la situación de Benghazi y por su falta de coordinación.
El panel presentó el pasado lunes su informe al Departamento de Estado, que este martes ha remitido a su vez una amplia versión del mismo a las comisiones de Exteriores del Senado y de la Cámara de Representantes.
El grupo de investigadores está liderado por el veterano diplomático Thomas R. Pickering, e integrado por otras cuatro personas, entre ellas el ex jefe del Estado Mayor Mike Mullen.
Se espera que tanto Pickering como Mullen se reúnan el miércoles con ambas comisiones legislativas. Un día después, comparecerán los subsecretarios de Estado William J. Burns y Thomas R. Nides.
El pasado 11 de septiembre, milicias libias atacaron repentinamente el consulado estadounidense en Benghazi acabando con la vida de cuatro estadounidenses: el embajador, Christopher Stevens, dos ex miembros de las fuerzas de élite y un experto informático.