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Francia baraja mantener cerradas sus embajadas por las caricaturas de Mahoma

El Gobierno francés estudia mantener cerradas legaciones diplomáticas y otros centros educativos y culturales en los países musulmanes en prevención de ataques por las caricaturas de Mahoma publicadas en una revista satírica

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El Gobierno francés estudia mantener cerradas legaciones diplomáticas y otros centros educativos y culturales en los países musulmanes en prevención de ataques por las caricaturas de Mahoma publicadas en una revista satírica, defendidas por una cuestión de principio en nombre de la libertad de expresión.


El Ministerio de Exteriores señaló hoy que una vez que pase la jornada de mañana, día de oración sensible en el mundo musulmán al que en principio se tenía que limitar el cierre, "se adaptará el dispositivo de seguridad en función de las circunstancias".


Aunque dijo no tener constancia de amenazas contra los intereses franceses en el exterior por esta cuestión, una portavoz del Ministerio se mostró a Efe muy cauta y, por ejemplo, justificó la no divulgación del nombre de los países concernidos ni de las clausuras de embajadas o escuelas que ya se habían llevado a cabo desde ayer por razones de seguridad y para no incomodar a otros gobiernos.


Los responsables franceses, con matices según sus competencias, no quisieron modificar el doble mensaje de que las caricaturas son inatacables por la libertad de expresión, pero que hay que mostrar "responsabilidad" en el contexto actual de tensión suscitada por el polémico vídeo "La inocencia de los musulmanes".


El ministro de Asuntos Europeos, Bernard Cazeneuve, insistió en el carácter "sagrado" de esa libertad de expresión, pero añadió que "cuando se es libre, hay que medir el alcance de la palabra" y recordó el "clima de extrema tensión" internacional.


El titular de Educación, Vincent Peillon, puso el acento en que la libertad de expresión es un bien "intangible" con el que "no se puede transigir" porque sería "el primer paso hacia los totalitarismos", teniendo en cuenta lo "muy importante" que ha sido "para nuestra civilización" y para "la democracia".


Esas reflexiones han estado en el centro de la polémica que se ha generado en Francia sobre la pertinencia de que "Charlie Hebdo" haya hecho suya la actualidad de las violentas protestas de los que denuncian como blasfemo el vídeo sobre Mahoma, en forma de caricaturas que ridiculizan al profeta.
El director del semanario satírico, Stéphane Charbonnier, justificó su apuesta editorial por la actualidad, como hace cualquier periodista, y denunció los llamamientos a la responsabilidad del Ejecutivo, que a su juicio da pábulo a los extremistas que dicen representar a todos los musulmanes.


"No me siento responsable de las eventuales consecuencias. Yo no voy a empuñar un kalachnikov ni una piedra para aplastar un cráneo en una embajada. Mi único límite, mi responsabilidad, es la legislación francesa", señaló Charbonnier en "Libération".


La revista, cuya sede está protegida por la policía -sufrió un atentado en 2011 por una situación similar- tendrá que hacer frente a una demanda de una casi desconocida ONG, la Asociación Siria por la Libertad, que le acusa de "provocación pública a la discriminación al odio o a la violencia nacional, racial o religiosa".


Un procedimiento que, a la vista de la jurisprudencia, tiene pocas posibilidades de prosperar, ya que los tribunales franceses juzgaron en 2007 a "Charlie Hebdo" por unas imágenes semejantes y lo absolvieron al considerar que los dibujos no atacaban a una comunidad en particular.


"Charlie Hebdo", cuya web volvía hoy a estar activa tras una desconexión ayer por pirateo (charliehebdo.fr), tiene intención de sacar a los quioscos mañana más ejemplares de su controvertida edición, una vez que se agotaron los 75.000 a las pocas horas de salir a la venta.


El Gobierno ha prohibido una manifestación de integristas en París después de que otra marcha que no había solicitado permiso frente a la embajada estadounidense terminara con más de un centenar de detenidos.


El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, lo había justificado, entre otros, con el argumento de que no hay razón de que "dejemos venir a nuestro país conflictos que no le conciernen".

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