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El ?Parsifal? futurista de Herzog arranca aplausos en Valencia

El cineasta alemán prescinde de las referencias a la España Gótica

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Una versión futurista de Parsifal, la última ópera compuesta por el alemán Richard Wagner (1813-1883), inauguró el sábado la tercera temporada del Palau de les Arts de Valencia con los aplausos más cálidos para la dirección de Lorin Maazel al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana.
El cineasta alemán Werner Herzog prescindió de las referencias a la España Gótica y a los elementos que marcó Wagner en el libreto, y optó, en el primer acto, por una escena fría, con paredes montañosas blancas, unas estilizadas torres metálicas y una parabólica como elementos recurrentes de un espacio futurista con el que recreaba los dominios de Monsalvat.

Efectivo y espectacular resultó el tránsito al interior de la fortaleza, con el despliegue de la estructura móvil y la cúpula de grandes dimensiones que custodia el grial, el cáliz que utilizó Jesucristo en la última cena y que reproducía el que se conserva en la Catedral de Valencia.

El castillo del mago Klingsor, en el segundo acto, se presentó como un paisaje volcánico y sin ninguna referencia a la magia negra. La transformación en jardín mágico se realizó a través de efectos de iluminación (en tonos rojo pasión) y para su destrucción se volvieron a utilizar con eficacia los recursos mecánicos.
El gran triunfador de la noche fue Lorin Maaezel, que realizó una brillante dirección, apasionada y vehemente, que logró sacar momentos de gran emotividad a una Orquesta de la Comunitat que rindió a gran altura. Con 78 años, el director franco-americano dio muestras de gran vitalidad y mantuvo la tensión músico-dramática durante las más de cuatro horas que dura la representación.

El tenor británico Christopher Ventris (Parsifal), con una actuación correcta pero sin llegar a entusiasmar, supo evolucionar desde la simpleza de un “joven necio y puro”, tal como decía la profecía, a la fuerza dramática del héroe que salva la orden del Grial.

Por su parte, la soprano lituana Violeta Urmana (Kundry) exhibió su potencia vocal, con seguridad en los agudos y firmeza en los registros más bajos, en especial durante la escena de la seducción de Parsifal del segundo acto, ya que, en el tercero, Wagner la relegó a dos gritos y dos palabras (“servir..., servir”).
Muy ovacionados también fueron el bajo danés Stephen Milling, que encarnó a un Gurnemanz con un registro amplio y contundente, y el bajo-barítono ruso Evgueni Nikitin, que fue un rey Amfortas agónico y permanentemente herido, al que el público premió por su habilidad vocal.

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