La activista afgana por los derechos humanos, Massouda Kohistani, insta a la comunidad internacional a no reconocer a los talibanes como gobierno legítimo en Afganistán. "Están en contra de los derechos humanos, de las mujeres, de la educación y del desarrollo. Para ellos, según su cultura y sus reglas, la mujer debe estar en casa o bajo tierra", declara en una entrevista a Europa Press.
Ante esas dos opciones, Kohistani asegura que no tenía más opción que abandonar el país. "No le tengo miedo a la muerte pero sí a que hagan daño a mi familia. Quería alejar el sufrimiento de ellos", afirma para rememorar a continuación como fue golpeada y amenazada al día siguiente de dar una entrevista para un medio español.
"Me dijeron que arrestarían y asesinarían a mis familiares hombres y que a las mujeres las obligarían a casarse con otros. Así que no tuve otra opción. Otro periodista español me facilitó una salida y accedí. Estoy segura de que si me hubiese quedado, me habrían matado a mí y a mi familia".
En su país natal, la activista compatibilizaba su carrera profesional en un centro de investigación con su actividad más reivindicativa, publicando artículos en favor de los derechos humanos y especialmente de las mujeres. Relata que, aunque la sociedad era ya muy machista y patriarcal, la situación empeoró a partir de agosto de 2021 --cuando los talibanes tomaron el poder tras la salida de EEUU del país--.
El control sobre la mujer abarca todas las esferas posibles, explica Kohistani. A la prohibición de desempeñar un puesto de trabajo fuera del hogar y al ninguneo en el acceso al poder, se suman las restricciones en lo personal. "La situación se vuelve más dura día a día. Nos dicen hasta como comportarnos, como vestirnos, dentro y fuera. Lo hemos perdido todo", lamenta.
Detalla que a las mujeres no se les permite hacer nada "que les reporte algún beneficio" y pone como ejemplo el pan tradicional que hacían las mujeres antes. "Anunciaron que ya no se permitía porque así las mujeres se juntaban y podían hablar entre ellas. Incluso recomiendan que los sastres no cosan los trajes de las mujeres", denuncia.
El control es tal, insiste, que incluso han calculado cuanto puede caminar una mujer sola y a partir de que punto debe acompañarlas un hombre.
Las mujeres, afirma, han pasado de ser dueñas de su vida "a no tener nada", lo que también repercute en su salud mental. Apunta que se ha registrado un aumento de los suicidios, sobre todo entre los jóvenes.
"La violencia no ha decaído, incluso ha ido a más", comenta, ahora que el foco de los medios internacionales no apunta hacia Afganistán. "No solo por los medios internacionales, tampoco aquí se informa de lo que pasa. No pueden reportar. Lo que dan es de acuerdo a la ideología talibana. El mes pasado, por ejemplo, fueron asesinados más de 12 periodistas y otros muchos resultaron heridos pero claro, no se informó. Si eres periodista y puedes trabajar es porque trabajas según sus leyes. Si no, no puedes. Y si lo haces, te matan".
Ante la falta de publicidad mediática, la activista da gracias a las redes sociales por existir, donde pueden "enseñar al mundo lo que está ocurriendo, lo que es verdad y lo que no". "Es la mejor conexión y la más directa que tenemos con Afganistán. Sin ellas el mundo no entendería lo que pasa allí", argumenta. "Lo que pasa allí", enumera entre otras, son vejaciones físicas y verbales, matrimonios forzosos, desapariciones, violaciones y asesinatos.
"En un solo día arrestaron a 17 mujeres que protestaban. Estuvimos sin saber nada de ellas y algunos días después aparecieron sus cadáveres tirados en la calle", rememora en la conversación con Europa Press.
Pese a esto, advierte que las mujeres continuarán "alzando la voz", tanto las que continúan en Afganistán como las activistas que, como ella, recorren Europa denunciando a "un grupo de terroristas, no un gobierno, que no respeta ni los derechos humanos, ni la educación ni el desarrollo".
Massouda Kohistani lo hace ahora de la mano de Amnistía Internacional, organización con la que esta semana recorre Galicia para dar a conocer su situación y la de todas las afganas.
Estas mujeres, exiliadas forzosamente, encuentran en el activismo un motivo para seguir adelante. "No fue una elección real salir de mi país. Me vi obligada, y eso es muy diferente y muy complicado. Ahora no tengo nada, no tengo casa, no tengo vida. Incluso el cielo no es el mismo, la tierra no es la misma", relata emocionada.
"Desde que estoy en España he pedido que no se reconozca a los talibanes como gobierno legítimo porque son un grupo terrorista que no respeta los derechos humanos, que va en contra de las mujeres, la educación y el desarrollo. Son solo terroristas. Así que no entiendo como ningún país u organización puede reconocerlos como un gobierno", argumenta.
"Lo más triste --continúa Kohistani-- es que hay países que los reconocen, a su manera. Irán y Turquía han abierto embajadas, que es una forma de reconocerlos. Aunque no lo anuncien abiertamente, con la excusa de los negocios, de ser vecinos... Dicen que no reconocen pero abren allí embajadas. ¿Qué significa eso entonces?".
Más allá del reconocimiento, un primer paso para la activista sería que las mujeres se "sentasen a la mesa" de las negociaciones de paz, no como ocurrió en los diálogos anteriores, donde no participaron mujeres. "Los talibanes dijeron entonces que ellos también representaban a las mujeres, que las representaban como sus padres, hermanos y maridos. Es ridículo. ¿Cómo un hombre puede representar a las mujeres?. Tenemos nuestras propias ideas y conocimiento, somos en sí mismas".
"Dicen que representan a Dios y que la gente debe aceptarlo, que es su cultura y sus reglas y que hay que respetarlas. Que, como hombres, proveerán a las mujeres de comida y de lo que necesiten. ¿Y qué pasa con los hombres sin formación, incapacitados, que necesitan que las mujeres trabajen?, ¿qué pasa con las mujeres solteras? Responden que se casen. ¿Y si una mujer no quiere casarse?", se pregunta la activista.
Esta situación redunda todavía más en la pobreza en la que está sumida el país, que se ceba con las mujeres. "Ves a muchas mujeres pidiendo en la calle, donde las vejan. Y la ayuda internacional nunca llega adonde tiene que llegar porque los talibanes tienen el poder y utilizan esas ayudas para sus propias familias, en su propio beneficio".
Emocionada, Massouda Kohistani reconoce que ve lejana la posibilidad de volver a su tierra. "En esta situación, no puedo. Estoy segura de que me matarían". "Sin las mujeres, ¿cómo puede una sociedad o un país desarrollarse? Es ridículo", concluye.
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