El Papa ha denunciado la crisis alimentaria en los países del norte de África, "que dependen en un 80% del grano" de Ucrania o de Rusia, y ha instado a afrontar la guerra y cualquier crisis "desde una perspectiva global" porque si no los problemas "se cronifican".
"Está teniendo enormes repercusiones en los países del norte de África, que dependen en un 80% del grano de Ucrania o de Rusia. Esta crisis nos urge a tomar en consideración la totalidad de la situación real desde una perspectiva global, al igual que los efectos son globales", ha señalado el Papa en su mensaje a los participantes en la VIII Conferencia de Diálogos del Mediterráneo (MED), que se celebra en Roma del 1 al 3 de diciembre.
De este modo, ha planteado que la guerra entre Rusia y Ucrania, además de los "daños incalculables" que provocan todos los conflictos "en términos de víctimas, tanto civiles como militares", también ha provocado una "crisis energética, financiera y humanitaria" y una "crisis alimentaria, que afecta a un número creciente de personas en todo el mundo, especialmente en los países más pobres".
Para el Pontífice, no es posible pensar en "abordar la crisis energética al margen de la política", pero tampoco "resolver la crisis alimentaria al margen de la persistencia de los conflictos, o la crisis climática, o sin tener en cuenta el problema migratorio, o el alivio de las economías más frágiles, o la protección de las libertades fundamentales".
Francisco ha señalado en su alocución que la "interconexión" de las crisis globales exige que se "examinen conjuntamente", con una "visión coordinada" lo más amplia posible, como ya se hizo durante la pandemia.
"Las cuestiones ético-sociales no pueden separarse de las múltiples situaciones de crisis geopolítica, ni tampoco de los propios problemas medioambientales. La idea de abordar cada uno de los temas de forma marginal, por separado y al margen de los demás es, en este sentido, un pensamiento engañoso. De hecho, conlleva el riesgo de llegar a soluciones parciales y defectuosas, que no sólo no resuelven los problemas, sino que los cronifican".
Por otro lado, el Pontífice ha denunciado la "incapacidad" de los países del Mediterráneo de "encontrar soluciones comunes a la movilidad humana en la región", una cuestión "que sigue provocando pérdidas de vidas inaceptables y casi siempre evitables, especialmente en el Mediterráneo".
Así, ha instado a retomar la "cultura del encuentro" en la región del Mediterráneo, "desarrollando no sólo relaciones económicas más justas, sino también relaciones más humanas, incluso con los inmigrantes".
En este sentido, ha defendido que la migración es "esencial para el bienestar de esta zona y no puede detenerse". Por lo tanto, ha señalado que será beneficioso para todos "encontrar una solución que abarque los distintos aspectos" y que "garantice tanto la dignidad humana como la prosperidad compartida".
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