Espoleados por el teletrabajo, muchos extranjeros optan por el buen clima y la seguridad de Portugal para establecer su "oficina". Ahora, el Gobierno quiere potenciar la llegada de nómadas digitales con un visado específico, con una condición: deben ser casi "tresmileuristas".
Con este visado, que entra en vigor el 30 de octubre, Portugal sigue los pasos de otros países con instrumentos similares, aunque ya estaba posicionado como uno de los mejores destinos para trabajadores en remoto.
La plataforma NomadList sitúa a Lisboa en la cima de su lista de ciudades e incluye otros dos enclaves portugueses, Madeira y Oporto, en su "top 10".
FACILITAR LA LLEGADA DE NÓMADAS
El nuevo visado puede "incentivar" las llegadas, porque "va a clarificar el proceso y facilitar el acceso", explica a EFE el abogado Henrique Nunes, asociado coordinador de inmigración en el bufete CMS Portugal.
Hasta ahora, los ciudadanos de países terceros podían recurrir a otro visado, el D7, dirigido a jubilados y trabajadores por cuenta propia o ingresos personales, como rentas inmobiliarias.
El nuevo documento incluye un requisito adicional. Además de comprobantes de la relación laboral o autónomo, los solicitantes deben demostrar ingresos mensuales medios en los últimos tres meses de al menos cuatro salarios mínimos de Portugal: un total de 2.820 euros.
VIVIR EN COMUNIDAD
Con los nómadas digitales -en su mayoría estadounidenses, seguidos de británicos- han proliferado los espacios de coworking y coliving, lugares para trabajar y vivir en comunidad.
Es el caso de Same Same, que empezó como una sala de trabajo en Lisboa y ahora ofrece habitaciones y salones con capacidad para 40 personas, prácticamente todos nómadas digitales.
"Normalmente reservan entre un mes y medio y dos meses", explica a EFE una de sus cocreadores, Filipa Meirelles, aunque un tercio decide extender su estancia.
Meirelles confía en que el nuevo visado empuje el negocio: "Una ayuda del Gobierno va a potenciar todavía más ese crecimiento".
Uno de los nómadas cautivados por Lisboa es Daniel, un ingeniero de programas estadounidense de 30 años que vive en Same Same y saltó a Europa hace un año, cuando su empresa anunció que no reabriría las oficinas tras la pandemia.
En Lisboa encontró un "coste de vida cómodo para alguien con un salario de Estados Unidos", buen clima y, sobre todo, una comunidad, la principal razón por la que buscó un "coliving", explica a EFE.
Daniel, que está en Europa con un visado de turista que limita su estancia en el espacio Schengen a 90 días, cree que el visado para nómadas digitales puede facilitar estancias de larga duración.
Más tiempo quiere quedarse el londinense Umesh Dhanji, de 52 años, que dirige desde Lisboa una start-up ligada al concepto de nómada digital.
"Lo que hace realmente atractiva a Lisboa es el estilo de vida. Es un sitio seguro para vivir, con el océano y el río cerca... La parte mala es que cuando una ciudad se hace muy popular se encarece", lamenta a EFE.
En estos dos años ha visto subir el precio de algunos restaurantes un 20 o 25 % y algunos de sus amigos tienen ahora problemas para encontrar alojamiento.
El boom turístico, las visas "gold" y los nómadas digitales han contribuido a disparar los precios de la vivienda en Portugal, donde la oferta de alquileres escasea: las habitaciones disponibles cayeron un 84 % en Oporto y un 77 % en Lisboa en el último año, según datos remitidos a EFE por Idealista.
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