Cuatro trabajadores sanitarios han muerto en Uganda por ébola desde la declaración del pasado 20 de septiembre de un brote de esta enfermedad en el país africano, informó hoy la ministra de Salud ugandesa, Jane Ruth Aceng.
"Lamento comunicar el fallecimiento de otra trabajadora sanitaria, Margaret Nabisubi, una anestesista. La mujer de 58 años murió de ébola a las 4.33 hora local (1.33 GMT) en el Hospital de Fort Portal (oeste), después de luchar contra la enfermedad durante 17 días", señaló Aceng a través de su cuenta de la red social de Twitter.
"La fallecida es la cuarta trabajadora sanitaria que perdemos por culpa del brote actual de ébola", añadió la ministra de Salud.
Las autoridades de Uganda confirmaron al menos nueve muertes por ébola y 43 infecciones hasta el pasado domingo.
Además, el ministerio de Salud ugandés está monitoreando el estado de cerca de 890 personas que mantuvieron contacto con individuos positivos de ébola.
Uganda declaró este 20 de septiembre un brote de ébola tras confirmar un caso en el distrito de Mubende (centro), donde un hombre de 24 años murió por la enfermedad que causa ese virus, y especificar que se vio afectado por la inusual cepa de Sudán.
A diferencia de la cepa de Zaire, registrada en epidemias de la enfermedad en la vecina República Democrática del Congo (RDC), no existe una vacuna aprobada para esta cepa de Sudán.
La de Sudán no sólo es menos transmisible sino que presenta una menor mortalidad (entre el 40 % y el 100 %) que la de Zaire (70 % - 100 %).
Países como Kenia, Tanzania, Ruanda y Somalia están en alerta para evitar una posible propagación del virus.
Descubierto en 1976 en la RDC -entonces llamada Zaire-, el ébola es una enfermedad grave, a menudo mortal, que afecta a humanos y otros primates y se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados.
Provoca hemorragias graves y sus primeros síntomas son fiebre repentina y alta, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta, además de vómitos.
El virus asoló varios países de África occidental desde 2014 a 2016, cuando murieron 11.300 personas y hubo más de 28.500 casos.
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