El movimiento antiabortista en EE.UU. cantó victoria este viernes ante la perspectiva de que el Tribunal Supremo pueda concederles este año aquello por lo que presionan desde hace casi medio siglo: la posibilidad de prohibir del todo el aborto en la mitad conservadora del país.
Annie Marcellin no podía parar de sonreír mientras esperaba para confesar sus pecados a un sacerdote reclinado sobre un árbol en el National Mall, la explanada central de Washington en la que se celebra anualmente la llamada "Marcha por la vida".
"Estoy muy emocionada", aseguró a Efe esa profesora de 22 años, que suele acudir a la manifestación anual desde que era niña y esta vez lo hizo acompañada de sus alumnas adolescentes de un instituto católico de Maryland.
A lo lejos, sobre un escenario construido para la manifestación, alguien rezaba por "el fin del aborto" en Estados Unidos, y la ilusión se encendía en los ojos de Marcellin y de los otros miles de manifestantes, muchos de ellos muy jóvenes, que llenaron el centro de Washington.
MEDIO SIGLO DE PRESIÓN
Después de casi medio siglo de presión, un movimiento que comenzó siendo relativamente pequeño -y que creció hasta convertirse en un pilar fundamental del Partido Republicano en EE.UU.- veía por fin cercano su gran objetivo: lograr el fin de "Roe versus Wade".
Esa decisión del Tribunal Supremo estadounidense obliga desde 1973 a permitir el aborto en el país hasta el momento de "viabilidad" del feto fuera del vientre materno, un límite que ahora está en torno a las 23 o 24 semanas de embarazo.
En la última década, numerosos estados liderados por conservadores han aprobado normas que violan abiertamente esos parámetros, con el objetivo declarado de conseguir que el Supremo revisara y anulara el precedente de 1973.
Misisipi lo consiguió el año pasado con un veto al aborto a partir de las 15 semanas de gestación, y el Supremo emitirá en junio o julio una decisión sobre ese caso que promete tener repercusiones a nivel nacional.
Los antiabortistas tienen motivos para ser optimistas: seis de los nueve jueces que forman el Supremo son conservadores, y en una audiencia sobre el tema en diciembre, casi todos insinuaron que planean imponer nuevos límites al derecho al aborto.
Si los jueces derogan la decisión de 1973, se espera que 26 estados de tendencia conservadora tomen medidas para restringir o prohibir del todo el derecho al aborto en su territorio, de acuerdo con el centro de investigación sobre salud reproductiva Guttmacher.
Según la misma fuente, solo el año pasado se aprobaron más de 100 restricciones al aborto en 19 estados gobernados por republicanos, entre ellos el veto casi total en Texas, que lleva casi cinco meses en vigor y no incluye excepciones para el incesto o la violación.
La mayoría de las mujeres que intentan abortar cada año en Estados Unidos son pobres, y para aquellas que residen en estados conservadores, puede resultar imposible en muchos casos desplazarse hasta aquellos territorios controlados por progresistas, donde se espera que ese servicio siga siendo legal.
UNA MINORÍA MUY PODEROSA
El 59 % de los estadounidenses cree que el aborto debería ser legal en todos o casi todos los casos, según una encuesta del año pasado del centro Pew.
Sin embargo, la minoría que apoya la prohibición total de ese servicio médico ha amasado poder político en las últimas décadas, al integrar a más cristianos evangélicos blancos y convertir su causa en una bandera electoral del Partido Republicano, con el expresidente Donald Trump (2017-2021) a la cabeza.
"Están a punto de conseguir la victoria que llevan (casi) 50 años esperando", dijo a Efe una profesora de Historia en la Universidad de Oklahoma y experta en el movimiento antiabortista, Jennifer Holland.
Protestar contra "Roe versus Wade" -una decisión de la que se cumplen 49 años este sábado- es la razón de la llamada "Marcha por la vida", que empezó a celebrarse en 1974, pero no está claro que el movimiento vaya a dejar de convocar anualmente la manifestación si el Supremo tumba ese precedente.
"(La marcha del año que viene) será una celebración", pronosticó en declaraciones a Efe Patricia Salva, una mujer de 53 años que acudía a la cita por décima vez, acompañada de dos de sus ocho hijos.
Incluso si el Supremo les da la razón, es improbable que el movimiento antiabortista abandone su implicación en política, según Holland.
"Ese no es su objetivo final. Su objetivo final es acabar con el aborto legal en todo el país", recalcó la experta, quien cree que los políticos conservadores intentarán aprobar leyes para "criminalizar el movimiento" de aquellas mujeres que intenten viajar a estados progresistas para abortar.
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