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Bernardo Bertolucci

Cineasta arriesgado e inquieto, comprometido con su tiempo y con los que le rodean, poeta del amor, la pareja, la soledad y la asfixia existencial...

Publicado: 29/11/2018 ·
23:54
· Actualizado: 29/11/2018 · 23:54
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Autor

Javier Extremera

Javier Extremera es crítico de música clásica. Asimismo es técnico de Cultura en la Diputación de Jaén

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Este espacio trata la mirada más certera y crítica a la realidad (cuando la hay) cultural de Jaén

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Cineasta arriesgado e inquieto, comprometido con su tiempo y con los que le rodean, poeta del amor, la pareja, la soledad y la asfixia existencial, Bernardo Bertolucci fue un espíritu libre, un superdotado hombre de imagen, un maestro a la hora de explorar la condición humana en toda su crudeza, un buceador de las pulsiones dispuesto a hundir su punzón en nuestras conciencias. Un autor imprescindible para entender la Europa del siglo pasado. Su compromiso político con el sentir comunista, le hizo fijar su mirada en los rebeldes y subversivos, en los desheredados y sus zozobras vitales. Universo diseccionado con bisturí desde que a los 21 años debutara bajo la protección de su segundo padre, Pier Paolo Pasolini, plasmando las desgracias de una prostituta en “La commare secca”. Cine de ínfulas neorrealistas que junto con los huracanes experimentales provenientes de la “nouvelle vague” francesa, marcó su genuina gramática cinematográfica, vertida en 16 películas poseedoras de una estética refinada y poderosa, una mirada fiel a la realidad (de ahí su pasión por el documental) y una narración sugerente y ambigua de esas de explorar la página en blanco. El viejo y sabio fabulador, uno de los últimos monolitos fílmicos que quedaban en pie en este continente, se mutó en mudez el pasado lunes a los 77 años. Aunque su presencia seguirá siempre viva gracias a una intensa filmografía rebosante de gran cine veraz y humanista. La visualmente fascinante “El Conformista”, el rasgado de vestiduras de la capital “El último tango en París”, que descubrió nuevos y caseros lubricantes sexuales. El relato épico de ese esplendoroso fresco histórico que es la monumental “Novecento”, donde retrató esas dos Italias (que también podían ser las dos Españas). O sus certeros coqueteos con la gran industria, como en la deslumbrante “El último emperador”, una joya técnica de exquisita narrativa e inventiva visual. En sus últimos escarceos Bertolucci intentó beber del elixir de la eterna juventud, rodeándose de lozanía y transformándose en un autor intimista de espacios cerrados. Desde la hermosa “Belleza Robada”, a la conmovedora “Asediada”, hasta escarbar en su memoria para contarnos cómo vivió (o imaginó) aquel mayo del 68 en la cinéfila “Soñadores”. Atado a esa silla de ruedas que lo esclavizó en los últimos años, Bertolucci, tuvo fuerzas para rodar desde ese trono su último y delicado cántico sobre la adolescencia y la experiencia de vivir que fue la libertaria “Tú y Yo”. ¡Addio caro maestro!

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