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Alberto Conejero

Alberto Conejero es uno de los dramaturgos más intensos, viscerales y seductivos del actual panorama teatral patrio. Dotado de un irascible genio poético...

Publicado: 18/10/2018 ·
23:08
· Actualizado: 18/10/2018 · 23:08
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Autor

Javier Extremera

Javier Extremera es crítico de música clásica. Asimismo es técnico de Cultura en la Diputación de Jaén

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Este espacio trata la mirada más certera y crítica a la realidad (cuando la hay) cultural de Jaén

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Alberto Conejero es uno de los dramaturgos más intensos, viscerales y seductivos del actual panorama teatral patrio. Dotado de un irascible genio poético, donde bulle un estilo y universo personal y propio, donde abundan los versos, la soledad, los humanos en conflicto permanente y esos fantasmas del pasado que irremediablemente visitan el presente. Este multipremiado francotirador teatral (Premio Max al Mejor Autor por la cautivadora “La Piedra Oscura”, obra que mantiene lazos con la que nos ocupa) resucitador mediante el relato oral de imborrables personalidades pretéritas (llámense Montgomery Clift, Lorca, Rodríguez Rapún o Miguel Hernández), ha conseguido estrenar sus obras en escenarios de medio mundo. Y aunque rompe ese famoso dicho de no ser profeta en tu tierra, pues “Los días de la nieve” se ha podido disfrutar ya en una larga lista de municipios de la provincia, faltaba la capital. Hace unos días, al fin pudimos verla representada sobre el escenario del Infanta Leonor. La obra fue producida por nuestra Diputación Provincial para conmemorar el 75 aniversario del fallecimiento del poeta soldado, Miguel Hernández. Una pieza cien por cien jaenera, pues aparte de algunos técnicos, Conejero es natural de Vilches, el director Chema del Barco nació en Villacarrillo y la actriz Rosario Pardo en nuestro Jaén. La obra en su esencia es un homenaje a esa mujer española herida de por vida por la Guerra Civil, fuera del bando que fuera. Un monólogo con sabor a confesión epistolar, que se sigue con pasión gracias a un texto rico y emotivo, magníficamente desarrollado, que tiene como armazón fundacional el arma más poderosa de cuantas existen: la palabra. Una oda a los recuerdos y la memoria, ambientada en los últimos años del franquismo, donde se recupera la figura de la quesadeña Josefina Manresa (precisamente la obra se estrenó allí), gran amor y viuda del poeta de Orihuela, que nos narra en primera persona los trágicos, pero a la vez inolvidables días que pasaron juntos, en los que como ella misma sentencia: “hubo más cartas que sábanas”. Una estupenda Pardo (se le notan los kilómetros hechos) humaniza el personaje para hacerlo más atractivo al espectador (es famosa la inaccesibilidad de Josefina), una costurera de hábitos rurales, católica y eternamente enlutada, de lengua ágil, encadenada a su máquina de coser como una Penélope o una Margarita de nuestra posguerra, que consigue el milagro de hacernos saltar en unas pocas líneas de texto de la sonrisa al llanto. Teatro en estado puro.

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