Cambios inesperados en una corriente del Océano Pacífico durante uno de los fenómenos de El Niño más fuertes registrados salvaron los arrecifes de coral de una isla remota, mientras que otros fueron devastados por un blanqueamiento masivo, un fenómeno que podría ayudar a los gestores de arrecifes de coral a planificar y actuar mejor de cara al futuro, según un estudio publicado en la revista 'Science Advances'.
Las olas de calor marinas se están convirtiendo en uno de los principales efectos del cambio climático y suponen una amenaza especialmente importante para los corales, que forman la columna vertebral de los arrecifes de coral.
Cada pocos años, el patrón climático cíclico llamado El Niño surge en el Pacífico tropical, provocando cambios significativos en los vientos, el clima y las temperaturas oceánicas. Entre abril de 2015 y mayo de 2016, el Pacífico central fue testigo de uno de los episodios de El Niño más fuertes jamás registrados.
Los arrecifes de coral se vieron tan afectados por el aumento de las temperaturas oceánicas que sufrieron un blanqueamiento masivo, en el que el estrés provocó que los corales expulsaran sus algas simbióticas y se volvieran blancos.
Ahora, científicos de la King Abdullah University of Science & Technology (KAUST), en Arabia Saudita, junto con colegas internacionales, han identificado procesos oceánicos localizados durante El Niño que proporcionaron el sustento que tanto necesitaban los arrecifes de coral de la isla de Palmyra, en el Pacífico Central, permitiéndoles no sólo sobrevivir, sino prosperar. Sus hallazgos mejoran la comprensión de cómo y por qué los arrecifes de coral responden de manera diferente al estrés.
Además, la mejora de la capacidad de los gestores y conservacionistas para identificar los arrecifes naturalmente protegidos podría sentar las bases para repoblar los corales más expuestos a los impactos del cambio climático.
"No teníamos ni idea de que El Niño pudiera aportar algo positivo -- afirma Michael Fox, ecólogo de arrecifes coralinos de la KAUST--. Los mismos procesos que provocaron la muerte de los arrecifes de coral en las islas del Pacífico Central, en el ecuador, condujeron a condiciones positivas un poco más al norte. La verdadera sorpresa es que ocurriera algo beneficioso para los corales durante un El Niño tan importante", añade.
Fox se refiere a la cadena de acontecimientos de 2015-16 que ayudó a sobrevivir a los arrecifes de Palmyra, mientras que los de apenas 700 km al sur, en las islas ecuatoriales de Kiritimati y Jarvis, no lo hicieron. Durante El Niño, la corriente oceánica en el ecuador se debilita, reduciendo los nutrientes beneficiosos que suelen salir a la superficie cuando esta corriente fluye con fuerza.
Pero más al norte, Fox y sus colegas descubrieron que la contracorriente ecuatorial del norte, que fluye hacia el este y llega a las costas occidentales de Palmira, se fortaleció significativamente durante El Niño 2015-16.
Esto, junto con el desarrollo de una capa superficial del mar menos profunda alrededor de Palmira, impulsó un movimiento ascendente de aguas más frías ricas en plancton hacia los arrecifes de coral de la isla. Este proceso permitió a los arrecifes gestionar mejor el estrés térmico provocado por el aumento de las temperaturas de la superficie del océano.
Fox y sus colegas descubrieron que los modelos oceánicos demostraban que los procesos salvavidas que se produjeron durante El Niño de 2015-16 también estuvieron presentes durante los otros dos grandes El Niños ocurridos en el último medio siglo. Los datos sugieren que estos procesos oceánicos ayudaron a los corales de Palmyra a sobrevivir durante las olas de calor marinas más extremas a las que se han enfrentado en el pasado y podrían seguir haciéndolo en el futuro.
"Las olas de calor asociadas a El Niño son la mayor amenaza para los ecosistemas de arrecifes de coral en todo el mundo --explica Fox--. Estos fenómenos tienen repercusiones de gran alcance en los trópicos y pueden provocar la mortalidad masiva de corales en vastas zonas. Identificar los arrecifes de coral que tienen más posibilidades de sobrevivir durante estos fenómenos extremos es fundamental para comprender el futuro de los ecosistemas de arrecifes de coral", añade.
Las conclusiones del estudio plantean cuestión de si hay otros lugares donde se den estas condiciones oceánicas durante El Niño y donde los arrecifes estén mejor de lo esperado.
"Nuestro estudio proporciona una hoja de ruta para buscar más ampliamente arrecifes que estén contrarrestando la tendencia mundial al declive --afirma Fox--. Esta información va a ser importante para la gente de las islas del Pacífico que intenta decidir dónde poner zonas marinas protegidas o planificar el futuro".
Palmyra era especialmente adecuada para esta investigación, ya que es una isla deshabitada protegida por el gobierno federal estadounidense que, desde 2006, alberga una pequeña estación de investigación establecida por The Nature Conservancy. Al estudiar un ecosistema tan aislado, Fox y sus colegas pudieron identificar conexiones entre los procesos oceánicos y la supervivencia de los corales que serían difíciles de aislar en arrecifes afectados por el hombre.
"El atolón de Palmyra es un laboratorio viviente ideal para estudiar los efectos del cambio climático en los arrecifes de coral y, lo que es más importante, para identificar las claves de la resistencia de los arrecifes", explica Joseph Pollock, científico principal especializado en la resistencia de los arrecifes de coral de los programas de Hawai y Palmyra de The Nature Conservancy.
"Su lejanía y su estatus altamente protegido han ayudado a los arrecifes del atolón a mantener su integridad ecológica, mientras que muchos arrecifes de todo el mundo han disminuido a causa de factores de estrés locales, como la contaminación o la sobrepesca --prosigue Pollock--. Comparando las respuestas de los arrecifes de coral de Palmira con las de zonas más degradadas o alteradas, los investigadores pueden aislar y comprender mejor los efectos específicos del cambio climático".
El Laboratorio de Oceanografía Ecológica de Fox en la KAUST planea continuar esta investigación en Palmira y ampliarla al Mar Rojo. El trabajo es fruto de la colaboración entre la KAUST, la Universidad de Bangor (Reino Unido), el Instituto Scripps de Oceanografía y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Estados Unidos), y The Nature Conservancy.
"Mi grupo integra la fisiología de los organismos, la ecología de las comunidades y la oceanografía para determinar las pautas y los procesos que ayudarán a los arrecifes a sobrevivir al cambio climático. Estamos explorando cuestiones similares en el Mar Rojo y trabajando para identificar los procesos físicos que pueden ayudar a estos arrecifes únicos a persistir en un entorno tan extremo", concluye Fox.
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