Me queda la palabra

Alphonse Mucha

Un deleite al alcance, se arrepentirán si se lo pierden.

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En el Palacio Gaviria de Madrid, en la calle del Arenal, número 9, se expone desde el 12 de Octubre de este año al 25 de Febrero del 2018, una completísima selección de doscientas obras del pintor.
A apenas cincuenta metros de una de las más emblemáticas de las plazas españolas, la Puerta del Sol, se exhibe una muestra inmejorable de la obra de Alphonse Mucha, en un marco de lo más adecuado, como lo es el Palacio Gaviria.
Confieso que, y supongo que le pasará a más personas, cuando descubrí a Mucha gran parte de su obra me resultaba familiar. No hay más que mirar un catálogo de cualquier exposición sobre él para darse cuenta de la realidad de la afirmación. Ver los mas famosos trabajos de Mucha te llevan inevitablemente a París y en seguida lo asocias con el fin de siglo, con la estética de los cabarets, puro Pigalle, puro Montmartre, el Folies Bergère, el Moulin Rouge, Toulouse-Lautrec, Aristide Bruant, la Mistinguette, etc. Pues aunque Mucha tiene mucho de París, en absoluto es francés.
Nacido en 1860 en la pequeña ciudada morava de Ivančice, perteneciente al Imperio Austro-Hungaro, Mucha marchó a París en 1887, habiendo mostrado previamente en Moravia sus habilidades para el canto y para el dibujo, completando su formación en diseño teatral en una compañía en Viena.
Mucha llega a París en un momento de plena efervescencia creativa, el periodo de “fin de siècle”, finales del siglo XIX, donde completa estudios en la Académie Julian y en la Académie Colarossi, realizando ilustraciones para revistas y publicidad. Su obra destacó gracias a sus carteles, en especial, por ser el responsable del cartel de la obra “Gismonda” que interpretó la  genial y famosísima Sarah Bernhardt, en el Théâtre de la Renaissance, lo que le permitió firmar con ella un contrato de exclusividad por seis años que le reportó a ambos fama y reconocimiento internacional.  El contrato le produjo una cierta estabilidad económica con lo que poderse dedicar a confeccionar paneles decorativos, sin texto, con exclusivos fines artísticos, convirtiendo el arte accesible para todo el mundo y no solo para unos pocos privilegiados.
Su estilo de composiciones armoniosas, formas sinuosas, líneas orgánicas, composiciones dinámicas, trazos definidos en los contornos remarcados singularmente, y el uso de colores de tonos suaves, tenues, muy frecuentemente encuadrados en marcos que recuerdan el arte de otros tiempos, oriental, árabe, bizantino, con abundancia de entornos naturales que se funden con el tema central en perfecta sintonía, le llevan a alcanzar una belleza extrema y una máxima exigencia en su ejecución. Las protagonistas de sus cuadros suelen ser siempre mujeres, jóvenes y hermosas, rodeadas de flores que a menudo se convierten en halos que rodean sus cabezas.
El estilo de Mucha se convierte en sinónimo de Art Nouveau, tendencia decorativa de la época. En USA se le consideró el mejor artista decorativo del mundo.
Además de la pintura, Mucha mostró una versatilidad extraordinaria, escritor, fotógrafo, diseñador, profesor de arte y pensador político. Realizó diseños de joyas, colaboró con el joyero parisino Georges Fouquet, decoró interiores, diseñó alfombras, hizo litografías, carteles y etiquetas para publicidad, se implicó en varios proyectos para la Exposición Universal de París de 1900, entre ellos decoró el Pabellón de Bosnia-Herzegovina.
Defensor convencido de la independencia de su país para lo que se implicó activamente; una vez que en 1918, con el desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro, tras la I Guerra Mundial, Checoslovaquia consiguió su independencia, para quien realizó el diseño de los sellos postales, billetes  de banco y otros documentos de la nueva nación, se convirtió en un teórico del paneslavismo, tema principal de sus obras de los últimos años en un ciclo de veinte cuadros titulado “Epopeya Eslava”(1911-1926). Con esta motivación visitó países como Croacia, Serbia, Montenegro, Grecia, Rusia, Bulgaria, Polonia.
Su conciencia nacionalista se manifiesta desde la adolescencia que emerge a través de tema recurrente en su arte, el amor a la patria, el paneslavismo, el amor por la patria y por la familia.
Interesado en el ocultismo, como rama de la teosofía que busca la verdad espiritual, se une a la logia masónica parisina Gran Oriente de Francia. En 1923 es elegido Gran Comendador de los masones checos. También realizó obras para las logias.
Con la invasión de Checoslovaquia por Hitler, Mucha es arrestado e interrogado. Por causa de esto y de ver su pais invadido y vencido, nunca se recuperó. Murió en Praga el 14 de Julio de 1939.
De esta última época son “La edad de la Sabiduría”, “La Edad de la Razón” y “La Edad del Amor”, siendo su último cuadro, “El Juramento de Unión de los Eslavos”.
No podría terminar este artículo sin hacer referencia a alguna de las numerosas maravillas que nos dejó Alphonse Mucha, si bien las personas más interesadas podrán disfrutarlo a través de varios enlaces de internet, de los que me he servido para compilar la información necesaria para el texto. Para el resto: “Gismonda” (1894), “Espíritu de Primavera” (1894), “El Juicio de Paris” (1895), “La Dama de las Camelias” (1896), “Lorenzaccio” (1899), “La Samaritana” (1897), “Medea” (1898), “Tosca” (1899), “Las Cuatro Estaciones” (“Primavera”, “Verano”, “Otoño”, “Invierno”) (1896), “Champagne Printer Publisher “ (1896), “Profetisa” (1896), “Cycles Perfecta” (1902), “Estrella de la Mañana” (1902), “la Luna” (1902), “La Madonna de las Lilas” (1905), “Juana de Arco” (1909), “Francia abraza a Bohemia” (1918), “Musa” (1920), “Fate” (1920), “La Apoteosis de los Eslavos” (1925), “Retrato de Jiri” (1925) y etc, etc, etc.
Un deleite al alcance, se arrepentirán si se lo pierden.

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