La capacidad de adaptación es uno de los valores más importantes que tiene el ser humano. Es parte del proceso evolutivo de nuestro ser y requiere tomar conciencia de la realidad del día a día para afrontar esos nuevos retos a los que te empujan las distintas circunstancias de la vida. Durante nuestra existencia hemos sufrido y sufriremos cambios importantes que han requerido y requieren de esa habilidad para solventar las adversidades adaptativas, tanto evolutivas como laborales, sociales o familiares, entre muchas otros aspectos del devenir de una sociedad que busca progresar con tanta rapidez que pasan casi inadvertidos esos cambios y esa percepción de adaptabilidad necesaria para seguir el ritmo.
Estamos en un constante proceso de aclimatación, hecho que no dejamos de hacer y que se escapa a nuestro control: al cambiar de colegio, casarnos, tener hijos, un trabajo o situaciones más controvertidas como la pérdida de familiares.
La vida está llena de alteraciones infinitas que de una u otra manera llegamos a canalizar con cierto manejo, pero sin llegar a controlar del todo, dado que antes de llegar a esa adaptación completa la vida cambia, se transforma, se reestructura y todo, casi sin darnos cuenta.
La Covid-19 es parte de esas dificultades que la propia naturaleza engendra, que requerirá de esa toma de conciencia de la realidad para reestructurar de nuevo el sistema de vida que se requiere. Darwin dejó claro en su legado que las especies con mayor capacidad de adaptación son las que acabarán dominando el mundo, y hasta la fecha, seguimos mostrando esas cualidades que nos mantienen vivos, aunque sea a costa del propio mundo.
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