Otros tipos de pobres

Publicado: 15/06/2020
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Prostituir la dignidad de los más vulnerables no es nada nuevo, y ante las carencias, se sabe que no hay límites
En estos meses estoy observando un excesivo uso del concepto de pobreza, limitado y condicionado a peculiares visiones que lo utilizan como mero instrumento de reconocimiento y/o plataforma para otros intereses más particulares. Es curioso cómo personajes tan variopintos sacan pecho de todo lo que supuestamente hacen en beneficio de la comunidad, posando con personas necesitadas, a veces, con detalles tan concisos y concretos que rozan la ilegalidad al obviar la ley de protección de datos. Pero esa imagen de lo que hacen o de aquellos que sufren la pobreza, es lo que verdaderamente buscan; son las medallas en forma de halagos y palmaditas en la espalda, sin importar el daño que se les haga, dado que sólo son herramientas para algunos de las que sacar beneficio social o laboral.

Actuar con rapidez ante cualquier emergencia, mercadear con la pobreza y utilizar las necesidades para sacar tajada empieza a ser uno de los recursos más utilizados en estos días. Prostituir la dignidad de los más vulnerables no es nada nuevo, y ante las carencias, se sabe que no hay límites: “Dame pan y dime tonto, o sácame una imagen y presume de mi”. Dando una vuelta en determinados perfiles en las redes sociales puedes observar cómo algunos vendedores de ilusiones se colman de gloria disfrazados de mesías que surgen de forma improvisada. Son personas con acciones efímeras, que llegan y en poco tiempo acaban desapareciendo. Se ‘calan’ rápidamente, pues suelen dar más importancia a lo que ellos hacen que al acto solidario y buscan con su nombre siempre presente -no importa desde que entidad operen en ese momento- colmarse de fama y un púlpito para otros intereses más ocultos: política, negocio, reconocimiento social, etc.

La mayoría de estos individuos ya son conocidos, personas que salen por la puerta de atrás de otras entidades, con cambios constantes y siempre buscando el mayor impacto social, en el que ellos aparecen como salvadores. Tras ellos no hay nadie más, ni Cruz Roja, ni Banco de Alimentos, ni Caritas, ni entidades que llevan desarrollando una gran labor durante años, donde el control de aquello que se hace, como se hace y a quienes se dirigen es exhaustivo. Lo que está claro es que existen otros tipos de pobres y esos tienen el alma manchada de mensajes en sus perfiles, que los hacen muy visibles.

 

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