En homenaje al mejor orador del debate de investidura en el Congreso, el vasco Aitor Esteban, con una intervención cargada de imágenes cinematográficas, el título de este artículo es el de la película de Coppola, protagonizada por Marlon Brando, Apocalypse Now, que resume los días de guerra dialéctica vividos en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. No hubo ni sangre, ni napalm, ni gas mostaza pero faltó poco. Aitor Esteban citó pasajes de Fast and furious, Atrapado en el Tiempo, Thelma y Louise, Moneyball, El Buen Pastor, Vencedores o Vencidos, La Delgada Línea, Roja, Eva Al Desnudo, Un Domingo Cualquiera, Sopa de Ganso. Su figura se agigantó ante los que sólo saben gritar.
Hablan de guerracivilismo. No lo habrá. Falta la trama militar del golpe. En la Pascua Militar el jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas y la ministra de Defensa dejaron claro la primacía de la Constitución. Un descerebrado eurodiputado de Vox, Hermann Tertsch, pidió la intervención del ejército para frenar la investidura. Abascal pide un levantamiento popular. Salga el gobierno que salga hoy, haya -o no- nuevo presidente, todo se regirá por las normas de la Carta Magna. Habrá nombramiento del gobierno o elecciones en dos meses, como establece la Constitución. Hubo crispación. Más de la habitual. Y ningún sentido del humor, lo que es aún más grave. Los malos modos y los gritos pudieron más que la necesidad de apaciguar al país y trasladarle que -por encima de las profundas discrepancias ideológicas y de las diametralmente diversas trayectorias políticas de los representantes en la Cortes - no hay otra salida que respetar las normas. Tratar de cambiar el voto de los diputados con campañas públicas intimidatorias, como las que ha sufrido el diputado de Teruel Existe, es la peor manera de empezar una legislatura.
El apocalipsis no llegó al hemiciclo, pero casi. Se anunciaron las mayores desgracias, los peores males para España. La catástrofe tendrá que esperar. Es duro referirse a las palabras de Popper sobre que las democracias son los regímenes en que los gobernados se pueden librar de sus gobiernos sin baños de sangre. Los demás son tiranías. Por eso la invocación del eurodiputado es una locura y un despropósito. En este país, con su historia, no hay que dejarla pasar. No es una broma de mal gusto. El PP y CS, tan habladores, callan.
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