El pobrecito hablador

Jara y Volapié

Cuesta mucho trabajo llegar a comprender qué beneficios puede tener para los chavales el conocimiento de la caza

Publicado: 04/11/2019 ·
15:52
· Actualizado: 04/11/2019 · 15:55
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Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Me preocupa mucho que se juegue con la Educación de los niños andaluces. No somos conscientes de que los adultos que serán mañana tiene sus raíces en lo que se les enseñará hoy. Sus destrezas, inquietudes y hábitos dependerán en buena manera de lo que aprendan entre las cuatro paredes de sus aulas.

Cuesta mucho trabajo llegar a comprender qué beneficios puede tener para los chavales el conocimiento de la caza, bajo el pretexto de exponer su importancia para el mantenimiento del medio. Me suena más a una nueva maniobra electroralista, un intento por atraer el voto de la Andalucía interior, a la que sólo se acercan en sus monterías de domingo. Hay otras maneras de defender el campo, y aún existen más de inculcar a las siguientes generaciones el respeto hacia el entorno, y no creo que ninguna de ellas pase por el rifle y la canana.

Aún más energía gasto al intentar asimilar la necesidad del fomento de las escuelas taurinas. Entendería que ese esfuerzo fuera dirigido hacia las escuelas de idiomas o los conservatorios artísticos. Pero no veo un aumento de la demanda de toreros, banderilleros o picadores que haga que su enseñanza deba ser incentivada con un aumento en los presupuestos andaluces.

La política educativa de la derecha parece resumirse en convertirla en una herramienta ideológica, orientada hacia la preservación de sus valores más rancios. Su obsesión en alejar de las aulas la igualdad y la educación sexual raya en la paranoia, cuando éstos sí que son valores con los que van a tener que crecer y madurar, realidades a las que se van a enfrentar y ante las que deberán tener posturas bien formadas y no basadas en prejuicios y desinformación, cuando no información sesgada y malintencionada.

Alguien debería decirle al Gobierno Andaluz que hablar de gays no convierte a los niños en gays, que enseñarles a los niños que los hombres no pegan ni acosan a sus parejas, amigas o compañeras de trabajo no hace daño, sino que lo evita. Que el único pin parental que debería existir es uno contra el bulling y el abuso en las aulas. Y que su máximo esfuerzo tendría que centrarse en crear generaciones de ciudadanos pensantes, cuyo objetivo sea convertirse en  grandes ingenieros e investigadores, y no en youtubers o  concursantes de Mujeres, Hombres y Viceversa.

Y sobre todo, que sepan que significa viceversa.

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