Ni falta que hace

Publicado: 10/07/2019
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Desconocen su obra, su pensamiento, el dolor de una familia al que le arrebataron a su padre, a su marido, sin un por qué
Como cada 5 de Julio, los andaluces celebramos el nacimiento de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza. Pero este año me lo veía venir, y sabía que los recién llegados, reconquistadores de la nada, se harían notar. Y hay que reconocerles que nunca decepcionan a las expectativas creadas.

Entiendo que sean más de leer a Jose Antonio que a D. Blas, o que aún no hayan llegado a ese momento mágico de descubrir que los libros se abren. Pero ampararse en una sarta de mentiras, falsedades e ignonímias para no asistir al homenaje oficial del Parlamento Andaluz, refleja de manera cristalina su forma de entender la política, a Andalucía y a los andaluces.

Desconocen su obra, su pensamiento, el dolor de una familia al que le arrebataron a su padre, a su marido, sin un por qué. Desconocen su legado, su trabajo en pro de acabar con la desigualdad de una tierra que, aún hoy día, sigue estando a la cola del Estado en el que se encuentra inmersa. Definir, como hacen estos indocumentados, a D. Blas como un separatista es el reflejo más claro de no tener ni pajolera idea de lo que hablan.

Por mí, la verdad, una amplia mayoría de los que estaban en ese homenaje sobraban. Unos, por ser los herederos intelectuales de los mal nacidos que lo fusilaron, enterraron en una fosa común y condenaron 4 años después de muerto. Los otros, por negarse sistemáticamente a que dicha condena sea revocada y a que la memoria del ideólogo del andalucismo sea reparada como se merece. Los mismos que mantienen bajo secreto los informes sobre la muerte de Caparrós.

 

No se merece D. Blas ese desprecio por parte de los que, supuestamente, le homenajean. Lo mismo que no se mereció su viuda el tener que pagar dos mil pesetas de la época por la condena de su marido, años después de muerto. No se merecen los andaluces la humillación del ninguneo de esos partidos que nos siguen considerando su granero, ya sea de aceite, ya sea de votos.

De verdad, el año que viene, no vengáis con excusas. No hacen falta, No acudáis. Ni falta que nos hace. A no ser que lo hagáis para pedir perdón, casa por casa, pueblo a pueblo, por vuestras mentiras, por faltarnos al respeto, por mirar hacia otro lado.

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