El pobrecito hablador

Estos sí

Publicado: 29/01/2019 ·
13:47
· Actualizado: 29/01/2019 · 13:48
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  • Personal en Totalán. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Ninguna olla de puchero iba envuelta en una bandera, y ningún termo de café venia acompañado de una consigna, un lazo, un himno.  Nadie preguntó por la afiliación política de nadie, ni por su idioma materno, su comunidad, su región o la madre que lo parió.

Todo el impulso iba dirigido en el mismo sentido, en la misma dirección, con el mismo rumbo. No había distingos entre profesionales de carrera o de oficio, porque cuando el polvo nos cubre nos iguala, y no queda más que la persona, su humanidad, su voluntad.

No había grupos enfervorizados aullando “a por ellos”, ni porras, ni escudos. No había siglas, aunque los hubo que intentaron ponerle un sello partidista a lo que jamás debería llevarlo. No había héroes, sino gente que hacía su trabajo de la mejor manera posible, como siempre lo han hecho, aunque en otras ocasiones se les ha criticado, llamándolos jubilados de lujo. Su única heroicidad es la de no preguntar, y simplemente servir. Como cada día lo hacen miles y miles de profesionales de este país, educando, curando, sirviendo, sabiendo que pueden llevarse la hostia de un padre maleducado, un paciente iracundo, o simplemente un imbécil.

No se han reparado en gastos, en medios materiales y humanos. Todo era poco para poder lograr el objetivo común. Nadie ha hecho discursos grandilocuentes ni se ha intentado llevar el mérito ante la rapidez, la profesionalidad y la pericia de todos los implicados. Nadie se ha puesto medallas, ni las ha pedido. Pero, ni siquiera en un caso como este, alguna prensa amarillenta ha resistido la tentación de alimentar ese morbo insano que sólo se sacia con el dolor y la angustia ajena. Vaya con ellos mi arcada de agradecimiento.

Es una pena que todos los pueblos que componen esta bomba de relojería que llamamos España se unan sólo ante una pelota o un hecho doloroso. Es una pena que solamente sean conscientes de su potencial en las circunstancias más extremas, y se conviertan en hacedores de milagros, dando el claro ejemplo de lo que podemos llegar a ser cuando nos da la gana serlo.

Quienes se proclaman poseedores del gen más racial, y señalan al que no piensa como ellos como un apestado, un enfermo, un enemigo de la patria, deberían aprender lo que es ser un patriota de verdad. Porque éstos, los de Totalán, sí que lo son.

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