La palabra nos suena a todos. La oímos muchas veces al día con parecidos y sin embargo distintos significados: “Eso está en la red”..., “se mueve mucho en las redes sociales”... El término “red” del diccionario de la Real Academia debe dormir con un ojo abierto, al soportar como cada día y noche hay nuevas acepciones que llaman a su puerta.
Eso en lo humano, pero ¿y en lo urbano? Sólo el que habitó alguna vez la gran ciudad, supo lo imprescindible que puede llegar a ser un plano “doblable” al tamaño del bolsillo, en el que sobre el entramado de calles se dibujan unas líneas en los colores más vivos. Pues esas líneas bien memorizadas,más de una vez, nos han salvado de angustiarnos en ese salto a lo desconocido que es la gran escala urbana.
Aceptamos fácilmente esos esquemas de colores y los asimilamos sin plantearnos que sus líneas son heredadas de esas redes que hombres de un tiempo pasado fueron, día a día, dibujando todas las mañanas camino de la fábrica desde sus casas. Todos los urbanitas construimos redes, todos los días de nuestra vida, en nuestra propia ciudad con nuestros pasos.
El que quiera saber sobre redes peatonales, debe aprender a seguir las estelas que dibujan hombres y mujeres en las aceras de todos los barrios, siguiendo como si se tratase de las paradas de una línea de metro la secuencia casa-pan-medicinas-saludos-bar-casa en el día a día y casa-deporte-paseo-tiendas-casa amigos-casa en los festivos.
Si las aceras fueran dimensionadas según se suman pasos, rara vez discurrirían paralelas a las fachadas de sus calles. En cada barrio serían más anchas, frente al colegio, delante de la farmacia, del bar del futbol... Lo saben bien los que viven en los kioscos de helados y de periódicos.
En nuestras ciudades medias más de 500.000 habitantes se levantan cada mañana para dibujar necesariamente sus propias líneas ya sea a pie, en transporte privado o público. Eso es la ciudad. Eso y la libertad que otorga a sus ciudadanos para elegir, a dónde y por dónde ir. Por eso muchas veces el cierre de una calle o una acera es peor que un dolor de muelas.
Entre Cortina del muelle y Dos Aceras quedan pocas estelas “casa-pan-viandas-café-descanso”. Habitantes del siglo XX pasado, día a día, tejieron una red habitacional que hoy se ha perdido o al desaparecer de la secuencia las paradas “comestibles” y “descanso”. Rota la red, no pueden llegar nuevos habitantes. Otros llegan que no vienen a “tejer redes!" pues, solo están de paso.
Los principios de la ciudad son recorridos y libertades “bien anchas” de aceras. Las personas llegan primero y tejen su vida sobre las calles con hilos de colores que luego recogen los mapas. Primero es el cruce, después la plaza. El libre encuentrofija a los hombres a un sitio. La arquitectura viene más tarde; unas veces a poner un marco a la foto, otras a poner un buen fondo, pero siempre llegará para construir escenas, después que otros,mucho tiempo antes, hayan tejido sus propias redes.
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