Las aulas hospitalarias de la provincia de Málaga son un recurso educativo, sanitario y social imprescindible para aliviar el ingreso en los hospitales a menores enfermos. Cada curso escolar atienden, de media, a entre 700 y 800 alumnos en los centros sanitarios, pero su actividad no se limita a ellos sino que también acuden a los domicilios cuando el menor es dado de alta pero aún no puede acudir a su colegio.
Este pasado curso 2017/2018, además de esa media de unos 800 alumnos, hay que tener en cuenta a los 150 menores enfermos que las maestras de las aulas hospitalarias de la provincia atendieron. Pese a que la mayoría de los niños son de larga estancia en los hospitales, principalmente en el Materno Infantil de Málaga capital, existe el denominado acompañamiento domiciliario, otra herramienta "fundamental".
Así lo asegura Rosa María Rodríguez, actual responsable del Área de Compensación Educativa de la Delegación Territorial de Educación, quien ha subrayado que la provincia tiene once maestras hospitalarias, de las especialidades de Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje, cuya tarea es exigente "y de dedicación total". Pese a tener un horario de 9 a 14 horas "empiezan a las ocho y son las tres y siguen trabajando, a veces hasta viernes tardes y sábados por la mañana cuando hay exámenes".
El reparto es de siete aulas en el Materno Infantil, donde se atiende a los menores con patologías más graves ingresados en este centro pero también en domicilios de la capital y toda la comarca del Guadalhorce; y una en cada uno de los hospitales: Antequera, Ronda, Costa del Sol de Marbella y la Axarquía, en Vélez-Málaga.
Estas profesoras, que desempeñan un trabajo "absolutamente vocacional y de mucho sacrificio", asisten y acompañan a menores desde Educación Infantil, a partir de tres años; hasta los 16, cuando concluye la etapa obligatoria. Los mayores de esa edad son derivados al Instituto de Enseñanza a Distancia de Andalucía (IEDA), que cuenta con una plataforma online.
No obstante, Rodríguez ha destacado que se continúa al tanto de su formación educativa "porque han estado con nosotros" y porque en muchos de los casos los tratamientos son "extralargos", como ocurre con Oncología, que suelen ser tratamientos superiores a los dos años.
La vuelta al cole para estos menores empieza al mismo tiempo que para sus compañeros de colegio: el 10 de septiembre en Infantil y Primaria y el día 15 en Secundaria.
Desde el curso pasado hay once maestras hospital-domicilio aunque las expectativas son seguir creciendo. Hasta hace dos años se diferenciaba la educación hospitalaria de la domiciliaria pero, tal y como ha explicado esta responsable de la Delegación, se vio la necesidad de que los jóvenes pacientes tuvieran a su "maestra de referencia" en el hospital y que, al darle el alta, ella misma acudiese a su domicilio.
Un caso distinto es el de Oncología puesto que si hay un menor en la comarca de Ronda enfermo, al ser dado de alta hay una maestra especializada y "totalmente coordinada" con el Materno para atenderle, no teniendo que acudir de Málaga a la Ciudad del Tajo.
Rodríguez ha aclarado que la mayoría de los niños con patologías y dolencias más graves están en el Materno, en muchos casos con largos tratamientos. En los hospitales comarcales el máximo que suelen estar es de una semana (diabetes, fracturas, traumatismos); de hecho, en el número de atendidos anualmente no se cuentan aquellos menores que han permanecido menos de siete días en estos centros hospitalarios.
Estas maestras del Materno Infantil de Málaga, además, atienden en la Casa Ronald McDonald, en la que conviven niños no sólo de otros puntos de Málaga y Andalucía sino del resto de España, así como del norte de África: "El Materno es puntero en determinadas intervenciones y la casa de Málaga es la única que tiene escuela", ha resaltado Rosa María Rodríguez.
Lo que ha dejado claro la responsable actual de Compensación Educativa de la Delegación de Educación de Málaga es que el que los niños estén en la escuela hospitalaria es de suma importancia al ayudar a normalizar sus vidas, dentro del sufrimiento que supone una enfermedad infantil.
MOTIVACIÓN Y NORMALIDAD EN ENTORNOS ABATIDOS
"Cuando a unos padres les dices que su hijo tiene una leucemia, un cáncer, un linfoma, etcétera, es un mazazo. Ese niño tiene una enfermedad en un entorno abatido y la escuela les da vida y motivación, normalidad", ha manifestado.
Además, en su colegio, durante el curso y pese a su ausencia, "se habla de él, se le tiene en cuenta e incluso gracias a las nuevas tecnologías se propician encuentros con sus compañeros de clase y maestros". Es más, cuando regresan a sus casas y siempre que sea posible, una representación acude al domicilio para verlo.
Todo ello para que no se pierda ese sentimiento de "pertenencia" a su clase y no sientan desarraigo, "que no se han olvidado de ellos". Ya en casa, cuando aún no puede ir a su colegio, se habla con sus tutores y directores, con los que existe una coordinación "absoluta", para trabajar por proyectos y ver incluso qué posibilidades hay que de ciertos niños puedan ir a visitarles al domicilio, siempre que se pueda.
Los planes de trabajo que desarrollan estas maestras y la Delegación son totalmente personalizados, con reuniones periódicas entre las profesionales que desarrollan su labor en los hospitales y la escuela.
Los exámenes son también otro momento en el que las maestras tienen que estar presentes, más aún en el caso de los mayores de 16 años que cursan sus estudios a través de la plataforma del IEDA y que no pueden acudir presencialmente a realizarlos. En esos casos, las profesionales se trasladan a sus domicilios una vez al trimestre.
Rodríguez ha puesto como ejemplo reciente el de una alumna enferma que se ha examinado de Selectividad en su domicilio, para lo cual la Universidad de Málaga ha tenido que enviar un vocal, además de su maestra, para darle carácter oficial: "Y ha sacado unas notas excelentes".
La responsable de Compensación Educativa insiste en el "equipazo" que son estas maestras, que desarrollan un trabajo exigente en el día a día y que incluso va más allá del aspecto educativo. En ocasiones, ante un menor enfermo cuyo estado no es bueno y que se encuentra en su domicilio, sigue recibiendo a su maestra: "Ese niño no va a hacer nada por su situación pero es fundamental ir con la familia; de hecho, en caso de que el menor fallezca, se acompaña en el duelo". Un trabajo de mucha vocación y compromiso.
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