En las últimas semanas nos desayunamos, casi a diario, y un fin de semana sí y otro también, con encuestas para las elecciones generales, autonómicas y municipales. Se nota que se avecinan diferentes citas con las urnas, seguro, y algunas probables, también… Y claro, a estos sondeos se unen las valoraciones y las declaraciones de los representantes de los diferentes partidos políticos. Es parte del teatro de la política. ¿Qué sería de la política de sin las encuestas?
En cualquier caso, las encuestas son una fotografía de un momento concreto, y hasta unas futuras citas con las urnas, quedan muchos momentos concretos, y a la velocidad que va la política, puede quedarse todo igual. Antes, cuatro años, o lo que dure un mandato, era demasiado tiempo. Hoy no podríamos decir lo mismo.
La velocidad de la política actual supera a la realidad ciudadana y a la ficción. Hoy, las horas, en política, son segundos. Se pasa de un tema a otro, de un candidato a otro, de una polémica a otra en muy poco tiempo. Que le pregunten a Rajoy o a Pedro Sánchez, a los que las últimas encuestas no auguran unos resultados favorables, aunque hace tan solo unos meses parecía lo contrario. Pero cada sondeo da uno o varios gobiernos posibles. Hasta cinco opciones, todas con socios (PSOE y UP, PP y PSOE, Ciudadanos y PSOE, Ciudadanos y PP o Ciudadanos, PSOE y UP.
Queda todavía mucho tiempo, y la clase política debería centrar sus acciones en la gestión política y en la ciudadanía, y no la gestión de los tiempos, con intereses electorales. No deben marcar su estrategia por las encuestas, que no son más que herramientas de trabajo.
Lo que sí empieza a ser preocupante es que en cada sondeo se observe la mala o muy mala impresión que tienen los españoles sobre la situación política, una vez asentada ya la nueva normalidad. Eso sí que empieza a ser una foto fija. Y la clase política debe reflexionar sobre ello. Y mucho. Pero, ya lo dijo alguien hace años, los políticos piensan más en los votos que en los votantes. Y ni la vieja ni la nueva política se paran a pensar. Entonces, ¿qué diferencia hay?
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