El aviso lo dio, el pasado sábado, una señora inglesa que paseaba por la nueva urbanización cercana al parque del Ángel, junto a un conocido centro comercial de Estepona. Había un pequeño gato rondando la zona, con una abrasión en la cabeza, que se tambaleaba y maullaba. Encarni Flores, miembro de la Asociación Gatos y Amigos de Estepona, acudió a la llamada y se encontró con Rolling, un gato negro de dos meses, que presentaba una situación deplorable.
"Lo llevé directamente al veterinario. Estaba escualido y le daban ataques en los que se quedaba muy quieto y se le dilataban las pupilas", explica Encarni. "Vicente, el veterinario, y yo le dimos comida y se abalanzó a por ella", cuenta. Tras un momento de pausa para la comida, decidieron darle un baño y fue en ese momento cuando se dieron cuenta de la gravedad del asunto. "Nos dimos cuenta de que tenía la piel amarilla y el agua se tiñó de este color. Además, desprendía un fuerte olor a químico que no sabíamos identificar", detalla. Se pusieron manos a la obra en la búsqueda del material que producía el hedor hasta que dieron con dos posibiilidades: "alguien lo había sumergido en quitapintura o pegamento industrial de caucho porque son dos materiales químicos que reaccionan ante el agua y se le formó un pegote en la piel", explica.
No había nada que hacer, tan solo esperar. "Cuando se intoxican por sangre no hay nada que hacer, solo queda que el mismo animal lo expulse. Le suministramos suero y vitamina para que se levantase un poco, y me lo llevé a casa para seguir con el mismo tratamiento", cuenta Encarni. Unas horas más tarde y tras varios ataques, Rolling se quedó dormido y no volvió a despertar.
El próximo paso es poner una denuncia ante el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza). Además, desde la Asociación Gatos y Amigos hacen un llamamiento a los vecinos para que denuncien cualquier situación de maltrato animal. "El caso más grave que hemos visto fue el de una gata que estaba muy enferma, incluso le faltaba la mandíbula inferior y no podía comer. El animal estuvo dos meses en la puerta de un restaurante bastante caro de Estepona y nadie le hizo caso. Si alguien hubiese llamado a la Policía, a cualquier asociación o protectora, o se hubiese hecho cargo de ella, no habría hecho falta sacrificarla y podríamos haberle salvado la vida. Mata la indeferencia y la maldad humana", finaliza Flores.
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