El jardín de Bomarzo

Un instante antes

Ahora todos hemos entrado en una especie de clímax orgásmico en busca del máster perdido

Publicado: 13/04/2018 ·
10:09
· Actualizado: 13/04/2018 · 10:09
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

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Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago"Woody Allen.

Desde que la política se ha convertido en espectáculo y llega incluso a competir en prime time a través de debates a lo Sálvame Deluxe con tertulianos especializados, ha crecido la demanda de sucesos morbosos que calienten el ambiente y lo hagan pese a su escasa importancia para el bien común que debería perseguir el sector y que no es otro que el bienestar del ciudadano. Ahora todos hemos entrado en una especie de clímax orgásmico en busca del máster perdido de este o aquél, tildada por algunos de manera acertada en lo que sería una masterbación nacional. Y claro, destapado el dudoso hecho sobre Cifuentes, la pregunta es clara: ¿cuántos esconden máster ficticios? ¿Cuántos han engordado el currículum e, incluso, mentido claramente en él? ¿Cuántos no han dicho toda la verdad a la hora de presentar su expediente académico? Y sobre todo: ¿cuántos no tienen formación, calificación y por añadidura ningún tipo de experiencia para ponerse al frente de algo tan serio como es la gestión pública? Quizás al final haya de darle las gracias a Cifuentes de haber propiciado abrir esta caja de pandora y sea conveniente que todo el mundo saque y airee sus papeles, que veamos quién miente y quién no, que veamos quién fue al cole hasta el final y quién se quedó jugando al billar. Y es cierto que la para ocupar cargo público no hay que tener estudios, aunque yo me quedo más tranquilo cuando voy al médico y éste tiene título.

Como estos días muchos andan materbándose, no faltan invitaciones a la prensa para que investigue a este candidato o a aquél, mensajes por washapp donde fulatino habla de un máster que "aparentemente" no hizo y por tanto y siguiendo la dinámica Cifuentes "debe dimitir". Pues como deban dimitir todos aquellos políticos que alguna vez no han dicho la verdad, más los que han engordado su currículum, más los que anuncian que escriben libros que no han escrito o que han usado lo que se llama un negro para que se los escriba, van a tener que usar hasta a la gente que llega en pateras para completar las listas. Que esa es otra, un oficio no tan bien pagado, altamente denigrado por la sociedad y por ellos mismos y del que uno puede salir señalado de por vida como es el caso no parece que sea recomendable. De hecho, a muchos partidos de primer nivel les cuesta una enormidad encontrar candidatos para sus poblaciones, no digamos ya completar una lista de veinticinco personas dispuestas a señalarse con una sigla cuando casi todo lo que va a percibir a cambio son maldades. Las de la sociedad, las de los adversarios políticos que buscan permanentemente en tu pasado para hundirte por siempre jamás y, ay como alguna vez cometieras un error porque te perseguirá de por vida, y las peores: las de tu partido. Agacharse que vienen los nuestros, frase bien conocida en el sector y que representa las cuitas internas entre compañeros.

Particularmente me es indiferente si Cifuentes hizo o no un máster. Claro que es importante que mintiera o no, como lo es en todo caso cada vez que un político ha mentido y sería muy apropiado que la política y la mentira fuesen incompatibles y que todo aquél que quedara retratado con una fuese incapacitado para ocupar cargo público. Pero la política es reflejo de la sociedad y las verdades a medias, que son medio mentiras, están tan presentes en el día a día que se hace casi imposible vivir en una sociedad exenta de mentiras. De hecho, hay adictos a la mentira, personas que no saben vivir sin ellas, que construyen su realidad paralela con ladrillos falsos y que llegan incluso a creerlas porque ya lo digo Goebbels: "Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad". Y también: "Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá"

Siguiendo con la masterbación, está el papel del mentido. Porque a los españoles que Cifuentes tenga o no un máster les trae al pairo, no les afecta en su vida en absoluto, de hecho de la presidenta de la comunidad de Madrid lo que más debería importar es su gestión y si ha cometido un delito que la justicia se ocupe. Como es el caso de otros en estos días y cuyas declaraciones han quedado solapadas por un hecho que comparado es indudablemente menor, pero es lo que tiene la política espectáculo. El mentido es un ser fácil de manipular, tal vez porque tiene predisposición a ser mentido y el político lo sabe y lo usa, construye su relato y lo envuelve con verbo muy de consumo, sabiendo además que el mentido no castiga especialmente la mentira porque ésta forma parte del día a día de nuestra sociedad y en consecuencia, en porcentajes determinados, la permite. Salvo cuando pasa lo de ahora, todos se ponen súper dignos con el máster de Cifuentes, incluso aquellos que alguna vez engordaron lo suyo presumiendo de lo que no tienen pero que deben dar muestras ahora de soberana indignación, incluso aquellos cuyo máster se quedó camino de los billares. En fin, si Cifuentes falsificó y mintió y se demuestra, que se vaya, y con ella todos y cada y uno de los que hicieron lo propio, así tal vez se de un ejemplo a la sociedad para que ésta castigue mejor cuando es mentida. Y lo es muy a menudo.

La mentira se tapa con una mayor, pero llega un punto en que ha de ser tan grande que deja de ser verosímil y el mentido despierta de su letargo porque aquello ya no hay quien se lo coma. Siempre se ha dicho que se coge antes a un mentiroso, o mentirosa como es el caso, que a un cojo, o coja no sea que por esto de la igual alguien me censure el párrafo... -imaginar una carrera entre un mentiroso y una coja es algo para lo que hoy no estaba preparado-. En todo caso, en absoluto estoy de acuerdo con Goebbels porque una mentira, la repitas las veces que la repitas, es una mentira, lo sabe el mentiroso y termina por saberlo el mentido, que al final no es más que un sujeto necesario para un fin malvado. No hay que preocuparse demasiado, lo de Cifuentes es solo el último capítulo nacional del que se alimenta la política espectáculo, esa que es tan innecesaria porque nada aporta. Al contrario, solo distrae y para eso mejor Netflix. Por eso hoy remato con De Gaulle y su conclusión: "La política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos". Sosegado el latido intenso tras la másterbación, superado el suspiro prolongado, recuperada la verticalidad y la visión completa, enseguida la vida prosigue exactamente donde la habías dejado un instante antes.

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