El Málaga cayó ante el Alavés por la mínima a domicilio en un partido clave para acercarse a la seguridad de la permanencia. Dos equipos necesitados de puntos y goles se enfrentaban sobre el césped de Mendizorroza.
El Málaga, de naranja, intentaba controlar un balón que discurría sin dueño por el campo. La primera llegada con peligro la provocó el equipo local; Munir hizo un regate demasiado lento y la zaga malagueña despejó el esférico. También de falta los de Abelardo pusieron a prueba a Roberto.
Por los extremos
El Alavés tenía el balón y se replegaba bien, provocando que los ataques del Málaga se sucedieran por el lateral derecho, con un Ontiveros eléctrico, aunque sin pisar el área. En el 11, Roberto salvó a su equipo. De nuevo, tras un mal despeje de la defensa, se quedó solo Munir, aunque muy escorado, y su disparo, abajo, fortísimo, lo desvió el guardameta malaguista a córner.
Un minuto más tarde el turno fue del Málaga, dejando a la afición local muda tras un peligroso centro del Chory Castro, que no encontró rematador. El partido era de idas y venidas. Munir volvió a lanzar el balón en una mano a mano al cuerpo del portero malaguista. Peñaranda respondió con un flojo remate de cabeza que detuvo Pacheco.
La tensión se palpó en una acción con lluvia de amarillas. Álvarez Izquierdo amonestó en una misma jugada a Ontiveros, Luis Hernández y Duarte. Cuando los jugadores de Míchel empezaron a equilibrar la posesión, el Alavés volvió a perdonar en un centro sin remate en el área chica del equipo visitante, que parecía incapaz de trenzar una jugada. Con un disparo de Ibai contra la barrera acabó la primera parte.
Defendiendo
Tras la reanudación el partido seguía sin dueño pero, en el 50, Munir, a puerta vacía, remató al larguero. Llegaba el Alavés ante un Málaga que solo tenía como referente arriba a Rolan. Por lo que tenía que llegar y lo hizo en el 60. El ‘24’ albiazul, de bolea con la derecha, anotó el 1-0.
El conjunto malagueño lo intentaba a la épica y el Alavés le dio el balón para salir a la contra con velocidad. Toda la carne en el asador puso Míchel sobre el césped. Mula, con un disparo durísimo, estuvo muy cerca de sorprender. De nuevo una sombra conocida, la de la impotencia, se reflejó en los jugadores malaguistas, que lo intentaron con más corazón que cabeza hasta los instantes finales.
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