El Museo de Málaga, acogido en el antiguo edificio de la Aduana, es uno de los espacios expositivos que con más ganas se ha esperado en la capital tras muchos años de choques políticos, rehabilitaciones y de paciencia de los ciudadanos. A punto de cumplir su primer año de vida, Viva Málaga se adentra en una de sus dependencias más llamativas: el almacén visitable.
El criterio para mantener en este espacio ciertas piezas no reside en ser de un valor menor sino que por su tamaño sea imposible mostrarlo en la sala permanenteNo es habitual que las pinacotecas y galerías muestren al público de forma ordinaria los fondos que no forman parte de la colección permanente pero desde la dirección de este museo malagueño, situado a las espaldas del Parque, siempre tuvieron claro que había que dar a conocer este espacio “en toda su plenitud”.
Así lo explica el jefe del departamento de conservación, José Ángel Palomares, cuando se le pregunta sobre lo poco habitual de esta iniciativa, que es el resultado de una inicial falta de espacio. La idea surgió cuando se empezó a ejecutar la primera parte del programa arquitectónico, que reflejaba dos grandes espacios en la planta baja, pero en 2012 el almacén de planta primera había sido eliminado para ganar más metros de exposición por lo que se solicitó al Ministerio de Cultura que se cediera una de las estancias de la planta baja como depósito. Dieron su beneplácito pero con una condición: que fuera visitable.
Tesoros de almacén
Cuando se escucha la palabra almacén parece que allí se va a guardar todo lo que tiene un valor menor, pero no es así ni mucho menos, en este caso el criterio de almacenaje es estrictamente por el tamaño. Ejemplo de esto son piezas de gran formato y de gran valía como el lienzo ‘El Quite’, del malagueño Enrique Simonet, o el hipogeo fenicio encontrado en la calle Mármoles en el año 2009. Una excepción a esta norma es el casetón que ocupa la zona central de la estancia, en el que se ubican unos armarios que guardan piezas de pequeño formato que son “una parte selecta y destacable” para que el público, desde la prehistoria hasta el siglo XX, pueda disfrutar de los vestigios históricos de la ciudad que aún se conservan.
Como una de las piezas más llamativas de esta colección, destaca la maqueta que Diego de Vergara realizó sobre la que acabaría siendo la Catedral de Málaga.
Entre los aspectos estéticos que saltan a la vista en esta visita es la ausencia de señalética y cartelería. Esto es debido a que el almacén es un ente que está en continua transformación y así lo argumenta José Ángel Palomares: “Una de las partes conceptuales de este espacio es su flexibilidad para acoger piezas nuevas o que piezas que ya están aquí puedan formar parte de las exposiciones propias del museo o de otros museos. Si algún día se descubre en Málaga en una piedra extraordinaria de enorme peso y enorme volumen por supuesto tendría aquí su acomodo. El público cuando lo visita muchas veces nos reclama que existiese algún tipo de información sobre todo lo expuesto pero siempre nos hemos resistido porque añadir texto podría hacer de este espacio una nueva permanente y no es el caso”.
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