El Grupo Peñarroya acaba de cumplir 50 años como líder del sector turístico de la Costa del Sol. ¿Cuáles han sido las claves para alcanzar el éxito?
– El éxito ha venido determinado por sus promociones inmobiliarias emblemáticas, grandes proyectos que han contribuido al desarrollo del turismo residencial en la Costa del Sol. Qué duda cabe que la visión de mi padre y el trabajo de la plantilla han sido factores determinantes y positivos en el devenir de la empresa.
El grupo empezó en el sector inmobiliario con grandes proyectos como Júpiter, Minerva o la Reserva de Marbella, que han contribuido al desarrollo del turismo residencial, y luego continuó en el hotelero con gran éxito. ¿Fue determinante la crisis para cambiar de registro?
- No. El principal valor de nuestra empresa es su marca. El grupo nació en 1966 dedicado al ámbito inmobiliario y en sus comienzos realizó actividades promotora y constructora. Siempre ha buscado el equilibrio y diversificar, poner las expectativas de negocio en diferentes cestas, abrir nuevas puertas a nivel laboral, tener un plan B para cuando las cosas no fueran bien. Mi padre tiene una mentalidad emprendedora basada en la estrategia y en la previsión de futuro. Es lo que nos ha inculcado a toda la familia. Pero además es un visionario, apostó por el Todo Incluido y construyó un complejo diferente, único en la costa. La crisis la hemos aprovechado para iniciar proyectos nuevos y que estuvieran preparados para ver la luz cuando saliéramos de ella, y esa ha sido nuestra hoja de ruta.
Peñarroya ha apostado por el ocio y el deporte. ¿Cuáles son las novedades?
-Estamos perfilando un gran complejo deportivo con ocho campos de fútbol con césped natural para profesionales. Así romperíamos con la estacionalidad y no cerraríamos en invierno, repercutiendo positivamente en la plantilla.
Ustedes han sido pioneros en la incorporación del Todo Incluido. ¿Se sienten orgullosos de haber dado este paso?
–Sí. Desde nuestros inicios, incluso cuando estábamos enfocados en el turismo residencial, nos adaptábamos y construíamos el tipo de vivienda según las necesidades del cliente. Con el Todo Incluido nos ha pasado lo mismo, existía y existe una necesidad. Hay un tipo de cliente que lo busca, sobre todo las familias con niños. Garantizamos actividades diarias, comodidad y, lo que es más importante, seguridad. Estamos comprometidos con la sociedad de nuestro tiempo y es el motivo por el que vienen a nuestro complejo hotelero.
Peñarroya nació como una empresa familiar y sigue manteniendo esta filosofía con la incorporación de la segunda generación al frente del negocio. ¿Cuál es el reto actual?
- Consolidar el negocio. Llevo 27 años codo a codo con mi padre aprendiendo de él, pero desde pequeña, junto con mis tres hermanas, he vivido intensamente la empresa, visitando los fines de semana terrenos, parcelas y promociones, Luego hemos seguido un plan de formación para garantizar el futuro. Ahora estamos al frente del grupo la segunda generación, pero ya estamos pensando en la tercera y en cómo incorporarla poco a poco, mediante un protocolo familiar firmado hace un año, vital para vertebrar las actividades empresariales del grupo, creado en un momento idóneo donde el fundador está presente y la tercera generación no presiona con su entrada inminente para determinarnos en las tomas de decisiones.
¿Cuáles son las previsiones de facturación para 2016?
- El grupo prevé unos 39 millones de euros de facturación en 2016 y crecer entre un tres y un cinco por ciento en 2017. En 2015 el volumen de negocio ascendió a 66 millones debido a la venta de activos que tenía en Marbella. En la parte hotelera se prevé facturar 31 millones frente a los 27 del pasado año.
¿Qué proyectos tiene previsto para el próximo año?
- Tenemos un negocio en constante evolución. En los próximos años queremos construir dos hoteles, uno de ellos el Hotel Venecia, que podría comenzar en 2017, con una inversión de 100 millones de euros. Tendrá 2.500 camas y se construirá en una parcela de 40.000 metros cuadrados. Recreará la ciudad italiana, incluyendo sus canales con góndolas, una réplica exacta de la plaza de San Marcos y el puente de los Suspiros, además de la fachada del Palacio Ducal.
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